Como experto en
perfiles , me atrevería a retratar hasta 3 tipos de envidiosos, a saber.
El envidioso silencioso:
El más común. Al igual que el que sufre en silencio de hemorroides, este sujeto padece en silencio del mal de la envidia, lo que no quiere decir que no tenga también hemorroides, que eso ya depende de cada caso. Puede llegar a ser algo hipocritilla, llegando a componer habitualmente gestos de complacencia ante las personas en las que se caga en la intimidad que su habitación le brinda. Tampoco es que sean mala gente, todos somos humanos, no se puede pretender de los olmos el que acaben entregando peras.
El tío de las puyitas:
A este especímen ya se le ve mucho más el plumero. Es alérgico al logro (siempre que sea logro ajeno, matizo). Se caracteriza por el lanzamiento de puyitas a diestro y siniestro contra todo aquella entidad objeto de sus celos y pelusillas. Si alguien consigue un buen trabajo, dirá; "bah, seguro que tenía un enchufe en las altas esferas de la empresa". Si su vecino se ha echado una novia despampanante, se apresurará a insinuar que se ha ido con él por su dinero (aunque su vecino sea pobre). Vamos, que esta gente no es el summun de lo constructivo precisamente.
El envidioso "ansia viva":
Este ya no se limita sólo a lanzar puyitas, este ya es capaz de pasar directamente a la acción en aras de sabotear a sus envidiados. Su grado de carencias internas e inseguridades es inversamente proporcional a su ego descomunal. Se caracteriza por su voraz afán de protagonismo, siempre quire ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro. En el fondo son como vedettes frustradas, hay que hacerse cargo de esto, ser comprensivo con ellos y regalarles de vez en cuando un tutú o un traje de lentejuelas y plumas para que puedan imitar en casa a Norma Duval o Lina Morgan.