Si hubiera tenido claro desde pequeño lo que quería hacer con mi vida, posiblemente ahora sería razonablemente feliz, porque eso me habría hecho una persona centrada y más fuerte ante las adversidades. Pero era mucho más cómodo pensar en las musarañas y confiar en que, por arte de magia, me iban a venir cosas estupendas.
Los miedos y fobias influyeron bastante pero, si uno no tiene claro nada ni ilusión por nada, y por tanto carece de punto de partida, no puede haber crecimiento personal alguno.
|