Pocas cosas en el mundo me hacen sentir la más mínima empatía hacia algo, salvo una película en concreto, una película que expresa lo que es el ser humano por naturaleza cuando se topa con algo puro, algo que idolatra y a la vez odia.
Cuando lo tiene, lo maltrata, lo tira, lo usa, lo vapulea y le corta las alas, una vez cortadas, cuando ya no tiene nada de especial, lo desecha.
Y no hay nada a lo que tú llames empatía en mi, salvo cuando toco mi instrumento, no hay sentimiento que exprese lo que siento, salvo las notas desafinadas, pasan desapercibidas para alguien que no tiene el más mínimo ápice de humanidad, pese a que la norma general sea que esa persona sea la empática y yo un ser sin empatía alguna, etiquetado y tachado como algo que no puede sentir igual que tú.
Pero, cuando toco, cuando me abro realmente, expresando de la única forma que sé, no son capaces de sentir nada, salvo lo que ven, y quizás lo que ven no es más que un frasco, cuando compras colonia, no te fijas en el frasco, la compras porque en su interior hay algo que te gusta.
Nos han enseñado que desde pequeños, el frasco es lo que hay que ver, y normalmente el frasco más bonito contiene en su interior un montón de mierda. Nos han enseñado que la mierda huele bien, y lloramos cuando nos damos cuenta de que la mierda, es mierda.
Quizás me salgo de la norma si no muestro la más mínima empatía cuando muere alguien, si te reconforta que te diga que lo siento, te mentiría. Pero estoy ahí, no te diré lo que quieres escuchar, pero estoy ahí. Recuerda, sé escuchar, llevo años aprendiendo a escuchar, y tú llevas años aprendiendo a llorar.
No he sabido expresar que estaba triste, salvo cuando me pasaba horas tocando. No has sabido ver mi tristeza, porque quizás mi tristeza la muestro con la distancia, con el desapego. Sigue llorando, afina tu llanto, será lo único que te haga humano.
Ve diciendo que eres humano, dilo en tu coro de humanos insípidos, di que lloras cuando ves un bebé de África pasando hambre, pasa delante de un perro vagabundo y ni lo mires, el raro soy yo porque no lloro con el niño, el raro soy yo por acercarme al perro y quedarme horas tocándolo, el raro soy yo por llevarme al gatito esquelético de abajo a casa y darle de comer, tú no has hecho eso en tu **** vida.
Llámame raro, llámame inhumano, psicópata, lo que te venga en gana, sé perfectamente quién es la persona que carece de empatía. Puedes basarte en mi diagnostico para decirlo impunemente, puedes hacerlo y lo haces.