El otro día, mirando perfiles de gente en facebook llegue al de una vecina (no me interesa) que vive al lado mío y con la que no tengo relación.
A mí no se me ocurriría añadirle como amigo, y menos con un mensaje, diciendo: "hola, me conoces? soy tu vecino el del 5º", porque no me parece lo más apropiado.
Aprovecharía todas las ocasiones que le veo en el portal o en la calle, para saludarle primero y para intercambiar algunas opiniones con él después. Si lo ves habitualmente podéis hablar de cosas de la casa o de lo que sea. Tampoco empezaría a hablarle de una de sus aficiones, porque eso puede hacerle pensar: "y este loco, ¿cómo sabe que a mí me gusta eskiar?".
Después, cuando ya tengas un poco de confianza, podrías agregarle en el facebook con la mítica excusa de: "no sé como he llegado hasta tu perfil. No sabía que tenías facebook. Nos vemos en el portal". A veces es cierta y todo
A mí el Facebook me está sirviendo como buena terapia, porque me estoy dando cuenta de que la vida de la gente que me agrega no es tan interesante y me doy cuenta de muchas cosas. Además, el simple hecho de haberme suscrito a estas redes sociales ya era de por sí un reto para mí. También me ha permitido agregar a gente interesante con la que puedo tener encuentros, y también me sirve para tener más o menos localizada a gente con la que perdía el contacto. Además, he visto que muchos de ellos no tienen practicamente respuestas en sus aportaciones, con lo que me hace sentir un poco más liberado en la sensación de que eres el único al que le pasa eso. De hecho, me he dado cuenta de que hay gente que me aprecia, más allá del añadirte como amigo (que es una tontería).