Con todos los respetos, spiral, ésos me parecen los peores consejos que se le puede dar no sólo a un escritor/a sino a cualquier artista en general.
Yo creo que la autoindulgencia es muy importante para quien escribe. El hecho de sacar a la luz un discurso genuino y ''suyo'' sin ningún tipo de dogmas ni preconcepciones que compriman ya es un paso considerable; si se proyecta la ficción junto a su forma de cara a ''gustar'' a un público abstracto, mal vamos.
Será muy fuerte lo que digo o lo que queráis, pero en mi experiencia y en contraste con otros contactos en el mundillo un libro tendría que ser básicamente masturbación, palabras que salgan de dentro del autor sin ánimo de ajustarse a ser aceptados posteriormente y un determinado entendimiento de qué es escribir bien. Así las ideas fluyen (sigo expresándome en términos muy generales) y el producto final gana en soltura y originalidad.
Algo que añadiría y en lo que insistiría es la importancia de mantener bien equilibrada la autocrítica. Lo que más me aquejaba al principio de mi andadura era que todo texto que producía me daba asco, lo cual me desmotivaba y a fin de cuentas acababa siendo de lo más ineficiente. Suéltate, sé aventurero y experimental y no opines a la ligera. ¿Que tu escrito resulta ser una mierda? Qué importa, tíralo y vuelve a escribir, como diría Cortázar.
En cuanto a lo que cita Will-Wonka, no estoy de acuerdo. Se me antoja reducir muchísimo las cosas. El mundo de la literatura es vasto y todos los registros son lícitos (pienso yo). Fijémonos en la literatura norteamericana, por ejemplo: por un lado tienes a Hemingway, cuya austeridad evoca y conmueve, y luego tienes a Faulkner, barroco y sensorial pero de genio inimitable. Si ya de por sí el lenguaje limita, normalizar cómo deben ser escritos los libros me parece de lo más pretencioso.