Cita:
Iniciado por El_Rey_Brujo_de_Angmar
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¿Lo veis como yo?
¿Que sentido tiene?, ¿Como solucionarlo?, ¿Es que en realidad sí nos importa lo que piensen los demás aunque sea un pensamiento fugaz y equivocado?, ¿Porque nos culpamos si nosotros sabemos que somos inocentes y ellos no tienen criterio?
¿Es solo por afan de perfeccionismo?, ¿Lo queremos hacer todo bien?, ¿Queremos que los demás piensen que somos perfectos?, ¿La solución es aceptar la imperfección, resignarse?
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Todo depende del caso personal de cada cuál. Pero todos los casos tienen algo en común:
la necesidad de aceptación por parte de los demás, la autoexigencia del triunfo, y la realidad de vivir en una sociedad exigente con las intenciones de progreso y autorealización, y
opresora contra quienes no llegan a la meta, mas que lo intenten y nadie les ayude.
Todos estos factores pueden desenvocar en ese afan de perfeccionismo, obsesivo y enfermizo que
no acepta un
no por respueta. No acepta alternativas, a menos que renuncies a formar parte del sistema general que nos engloba a todos.
Así, podemos comprender cómo (y utilizo tu ejemplo de la persona que tropieza y se cae en público) cuando alguien comete un error garrafal en público, parte de ese público lo aprovecha en su beneficio particular: creciéndose ante el empequeñecimiento del que tropieza. Una manera más de ascender, de subir, de
trepar por encima de los demás, en la escala de valores de aceptación y triunfo social.
El fuerte siempre se come al débil. Aunque muchas veces el débil se fortalece ante los errores del fuerte (una caída en público, la burla ajena, el criticar lo políticamente incorrecto, etc.), que debilitado, le deja paso al anterior para ocupar su lugar.
Lo demás... son demagogias baratas que consisten en recrear un mundo virtual imaginario, con cielos de color de rosa y margaritas de pétalos inmaculados. Y soplapollas oportunistas, que aun basándose en el principio "fuerte contra débil", y desacrediten su mecanismo, se valen de él para los mismos fines: no quedarse atrás, no ser el último.
Que lo sea otro si así evito serlo yo.
Mal que les pese a muchos, la
solidaridad no consiste en revertir el orden en la escala de víctimas y verdugos. Sino en consolidar juntos un estado neutral de orden y legalidad.