Por eso es bueno contratar a un entrenadora personal que nos indique las pautas a seguir para que la patata no sufra. Ella nos diseñará una tabla sana y bien estudiada para machacárnosla de forma progresiva y sensata. Nos hará un electrocardiograma mientras nos pulimos la estaca, nos tomará la tensión, el pulso, etc. Y si tiene vocación y un buen sentido del juramento hipocrático, hasta se puede prestar a entrenarnos de forma más personalizada...
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