Sí, ya sabía que la Universidad, fóbicamente hablando, podía llegar a ser un lugar de crimen permanente; pero nunca imaginé que toparía con semejante maleante social...
Se trata de un profesor (o por lo menos se supone que ése debería su rol académico...) que se cree sincera y vitalmente un filósofo callejero, transgresor, mordaz, una versión postmoderna del mismísimo Sócrates... Por Dios, qué pesadilla. Para mí, sin embargo, es una inverecundia de hombre, un profano de los miedos fóbico-sagrados...
Pero lo más grave de todo es que imparte su doctrina valiéndose de métodos realmente terroríficos: pregunta en clase con una frecuencia que roza la insania ("no, no, hablad vosotros; ¡yo sólo soy un mediador entre vuestra ignorancia y el saber!"), ridiculiza continuamente al alumnado (supuestamente desde el más inofensivo de los "buenrollismos"...) y se niega a poner exámenes (Oh, esto ya es el culmen de la revolución...); por lo que toda nota obtenida será la exclusivamente proveniente de la asistencia, de las múltiples exposiciones y de la participación en sus clases de tormento.
Comprenderéis, pues, que para mí esto es tanto como mentar la soga en casa del ahorcado...
Bueno, y lo que más dispara mi angustiómetro es que ya me ha
reconocido. No sé en qué punto exacto de mi semblante vio el terror... Pero el caso es que
lo sabe; vi su sonrisa de lobo satisfecho...
Así pues, creo que, con semejante panorama, de aquí en adelante me espera toda una época de padecimientos.