Esperar algo me desespera. Me anula por completo y me quedo en
stand by hasta que el motivo de la espera, ha transcurrido.
Quedamos a la tarde
La tarde. ¿Qué hora es la tarde? ¿A qué hora debo empezar a prepararme? ¿A partir de qué hora ya puedo relajarme y volver a mi mundana rutina de la nada?
Me siento y espero. No puedo leer. No puedo escribir. No puedo ver ni puedo hacer nada.
Se me seca la boca, me duele la cabeza, mi corazón palpita más y más deprisa al acercarse a esa hora indeterminada que es… ¡la tarde!
Y cuando es la tarde me angustio. Me angustio más y más en una espiral angustiosa sin sentido alguno pero que no puedo controlar.
Me hago pequeño y me escondo. No quiero ir. No quiero salir. Quiero que pase. Quiero que ya haya pasado.
¡Antes la muerte!
Antes cualquier cosa.
Me ocurre con las citas, me ocurre en las salas de espera.
Me ocurre cuando me van a llamar, me ocurren cuando me viene a recoger.
Me ocurre y no sé hacer que no ocurra.