Lo básico, como ya decía Joaquín Sabina: compatibilidad de caracteres.
¿Quién sabe? Como dije una vez, el ver tus propias historias reflejadas en el otro como en un espejo quizá ayude a alguien a hacerse consciente de cosas que sólo con palabras no llegan a ser comprendidas bien.
Puede ser una ayuda mutua, a condición de que ambos sean conscientes de sus limitaciones, y den pasos para superarlas con comprensión mutua.
Puede que el día en que se consigue dar un pequeño paso, la alegría se multiplique por dos. Y la superación de uno, anime al otro a atreverse.
También existe, cómo no, el inconveniente de que se contagie la inhibición, pero contra eso ya estamos luchando constantemente ¿no?
Por otra parte, quienes no quieren a otro con sus mismos problemas a su lado me parece un pelín egoísta, con perdón. "Aquí el de los problemas soy yo, el otro que venga a contagiarme de buen rollo".
No sé. No me hagáis mucho caso; que debo de estar en "esos días".