En estos días lluviosos la misma sustancia del clásico elemento se sintetiza extrañamente en nuestros ojos, como si gracias a la estación invernal, triste y bucólica, nuestros sentimientos se pusieran en sintonía.
Ahora bien, lo que es llorar, llorar... he llorado mucho, por supuesto, pero en otros tiempos. Ahora hay que poner buena cara al mal tiempo, somos vasallos fieles del dios nórdico Frey, dueño de la lluvia, de Njörðr, dios del viento, y de Thor, señor del trueno. Y los súbditos leales de tales héroes no temen a nada ni a nadie.
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