A ese hombre de aspecto intachable, de modales exquisitos, de conversación culta, de historial sin fracasos y de milimetrado calendario, el corazón se le transformó en una máquina y las venas en cables; se convirtió todo él en un aburrido robot.
Su mujer tuvo que tomar una decisión: ¿fugarse de inmediato con el imperfecto, valiente y pasional vecino?, ¿o intentar hacer revivir al androide de su marido?. Como lo amaba de verdad, optó por lo segundo. Lo empujó cada mañana por caminos desconocidos, exponiéndolo irremediablemente a la aventura de vivir. A los veintiún días, su existencia estaba descontrolada, cambiaba de parecer, se enfrentaba a nuevos retos nada seguros, cometía errores… por fin era un hombre libre.
Carmen Sol
Cuentines Creativos