Buenas noches a todos:
Entraba en el foro para contaros mi experiencia. Yo nunca me había sonrojado en la vida hasta hace pocos años. Ahora tengo 30, pero era algo que nunca me sucedió en el pasado, aunque pasara por la situación más vergonzosa jamás contada no me sonrojaba. Pero desde hace pocos años hasta el lunes (digo el lunes porque me he operado) me sonrojaba frecuentemente. Al principio era en pocos momentos, pero posteriormente era con muchísima asiduidad, incluso con la propia familia, o al encontrarme con un conocido en el supermercado o bien cuando era el centro de atención, en espacios muy cerrados como el metro, etc... Empecé a obsesionarme con el tema, era tal que intentaba evitar el sonrojo a toda costa y por ende evitaba exponerme, es decir, que poco a poco iba limitándome y me iba encerrando más en mí misma. El asunto se tornó tan grave que el pensar que iba a ponerme roja me hacía marearme y francamente temía seriamente por mi salud. A veces he llegado a tener que agarrarme a algo para no caerme. Me sentía bastante ridícula. Pienso que no tiene nada que ver con vergüenza. Siempre he sido una persona con don de gentes que sale airosa de las situaciones. Pero llega un punto en el que coges miedo a la gente y te sientes inferior y muy mal contigo misma por sentirte así. Estaba muy deprimida. Fui al psiquiatra, pero francamente pienso que me tomó el pelo, así que literalmente pasé de él. Sé que hay medicación para esto, pero me negaba igualmente a medicarme, quería ser simplemente yo. Leyendo entrevistas a doctores especializados en el sonrojo, me di cuenta que aunque pueda ser un problema un tanto mental lo es especialmente físico y genético, y que tenía cura. Entonces me planteé operarme. ¿Por qué no iba a hacerlo? Si ello me impedía vivir tranquila lucharía para cortar de raíz el problema y eso es lo que he hecho. El lunes me operé y puedo decir que no me he puesto roja, aunque me siento un poco extraña, es como si el subidón que me daba antes se cortara en la zona del pecho y así no me pongo roja. Ya no siento la cara que me arde, aunque a veces sí la siento un pelín acalorada en esos momentos, pero mirándome al espejo he comprobado que no me pongo roja. Ahora me queda un camino largo por recorrer, porque aunque la rojez se haya ido los miedos siguen, pero poco a poco me estoy exponiendo para eliminarlos. La operación para mí ha sido una herramienta para mejorar mi calidad de vida, pero sigo luchando en ello, sólo quiero ser la que fui, aquella chica que podía con todo, que no se dejaba amedentrar, que se quería a sí misma por encima de todo, y en ello estoy y sé que con fuerza de voluntad lograré cambiarlo. Esta batalla la pienso ganar yo, pero como toda batalla no es fácil, sólo hay que dar un primer paso, y este paso ha sido de los más importantes en mi vida! Ahora sólo puedo ir a mejor y en ello estoy. No me siento feliz como una perdiz, pero he recuperado la ilusión! BESOS a todos.
