Sucede que a veces pedimos amistad pero no damos ni un poquito y no nos damos cuenta. Creo que a todas las personas les cuesta mucho mantenerse al lado de una persona negativa, deprimida, a la que no le gusta salir y que aparte solo puede concentrarse en sus propios problemas por sentirlos tan grandes. Y la otra persona tiene que ser no solo realmente un amigo sino bastante seguro y maduro como para poder soportar el ambiente y acompañarte en ese viaje.
A mi me ha pasado mucho eso que comentas y después de años de echarle la culpa al egoísmo de los demás he venido a aceptar que es mi culpa. Muchos de esos "amigos" que tuve y que no se quedaron en mis peores momentos no eran realmente mis amigos, cierto, pero también hubo quienes sí, los que se mantuvieron a mi lado hasta que su propia mente dijo "no más" o hasta que les cayó el peso de sus propios problemas en su espalda. ¿Puedo a los segundos juzgarlos por no quedarse? Por supuesto que no, no puedo ser tan egoísta como para pedirles que me antepongan a mi antes que a su propia vida y entiendo que haya llegado el momento en el que para seguir tuvieran que dejarme. Lo que también entiendo ahora, sin embargo, es que pude haberlos seguido, pude haberme levantado con un poco de esfuerzo y decirles "Vale, tienes que irte y ya no puedes cargarme para llevarme contigo pero ya que quiero que sigamos juntos te juro que haré el esfuerzo de caminar para que ambos continuemos, al menos a paso lento". Por supuesto no lo hice; al menos yo, con varias de esas personas, jamás hice ningún esfuerzo. Exigí amistad y juzgue a quien no pudo ser incondicional pero a muchos jamás les dí ninguna de esas dos cosas. ¿Lo hice intencionalmente o al menos consciente de lo que hacia? Pues no, simplemente mi mente no podía procesar más que la tortura del momento por el que estaba pasando, no tenía espacio para nada más.
Para no extenderme más, te diré que de todas las personas que quise y alguna vez me quisieron; de todo el vasto universo de sujetos con los que un día compartí algo en común actualmente cuento solo con tres amigos. Y esas tres maravillosas personas son aparte de geniales, tolerantes y mucho más maduros que yo. Fue su seguridad la que no los contagió de mis demonios, su amabilidad la que soporto mi mal carácter, su tolerancia la que no se ofendió por mis esporádicos rechazos. Es un placer poder retribuirles su amistad aunque cuando veo hacia atrás me doy cuenta de lo que hicieron y me doy cuenta también de que no tenían obligación de hacerlo, al encontrarlos en la vida tuve mucha mucha suerte pero es comprensible que no fuera así con todos.
En conclusión: Debes hacer un esfuerzo. Si pides que te quieran, quiere también, Da para recibir, apuesta para ganar. Los problemas que tienes y sientes seguramente te pesan tanto que no puedes respirar a veces y crees que no hay nada más pero ¡lo hay!. Abre bien los ojos; allá afuera hay seguramente ya alguien que te quiere y muy probablemente alguien más que esta listo para quererte.
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