No me sucede habitualmente, o sea, nunca
. Pienso que cuando uno está deprimido todo se le hace más cuesta arriba, llegando a colapsarse hasta en el momento de conciliar el sueño (expresado así suena a sarcasmo). Ni tú mismo eres consciente de haber pasado una mala noche, ahíta de pesadillas y desvelos. Tampoco coadyuva a despertarse con ímpetu si no tienes ninguna labor interesante que realizar, nada motivante, una mera excusa para estirar las piernas.
Quizá la manera óptima para tener algún aliciente es imponerse unas obligaciones inexcusables cada día. Subrayo el verbo reflexivo, porque no puede partir dicha exigencia de otra persona; debes proponerte un reto (ni siquiera es
conditio sine qua non su dificultad. Al contrario, accesible a tu estado de ánimo) a hacer cada jornada. En épocas de asténicas, lo único que hacía era pintar las paredes de la casa, salir a comprar el pan o leer algún libro intrascendente como la vida misma. Reflexionando sobre aquello empecé a desdramatizar
y a descansar (no es lo mismo que dormir) mejor
.