¡Vaya! Es como mi mejor sueño hecho realidad pero al revés. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Bastante, un par de meses si acaso semanas.
Me he esforzado a lo imposible, creí que ya me había pasado de todo pero no, no, aún no había caído completamente y la vida tenía que derribarme. ¡De qué manera lo hizo! Me siento... ¿Cómo me siento? Pues siento y eso ya es ganancia.
Me despidieron del trabajo. Una cosa horrible, mi jefe intentó protegerme, mi asistente se solidarizo conmigo. Sucedió porque en última instancia se me ocurrió aliarme con la amiga que me regañaba ¿la recuerdan? para contactar más clientes para un último proyecto. Necesitaba dinero, capitalizarme, claro que podía, me sentía más lista que nunca, lista para luchar y ella era una buena aliada. Ella trabajaba en el medio aunque no en la misma empresa, fue un error garrafal. El proyecto se cayó y mi amiga salió corriendo; la responsabilidad de todo se me quedo a mi y a la empresa para la que trabajo. Me despidieron. Mi jefe me miró con cara de lástima; mi asistente sin poder creerlo, despedí a mi otra asistente antes de que se diera cuenta. Me quede más pobre que nunca ¿cuál era la última solución? conseguir la mayor cantidad de dinero posible y resarcir el daño, aunque fuera un poco. Vendí o mejor dicho, vendieron por mi todo: mi oficina se vació y mi casa también. Me quede sin nada, sin nada más que mi cama y la computadora del trabajo que mi amable jefe pudo darme.
Estoy ahora en la casa vacía. No pude conectar durante días la computadora porque no tenía ni una mesa ni una silla. La puse en la cama. Un cliente supo todo y me trajo una mesa, un par de sillas. Me quede en shock dos días, sola, ni siquiera me acuerdo de si comi, es una nube difusa de tiempo. Tengo papeles de trabajo y personales que tuve que poner en una caja, hasta se llevaron mi gabinete. Mi celular ya no tiene línea, apenas me queda durante un par de días el internet; el teléfono fijo ya no da linea tampoco. El recibo de agua trae ya una nota anunciando la suspensión del servicio, logré apenas pagar la luz. El casero vino el jueves: ¡que le debo tres rentas! y que el lunes debo darle al menos una para que no me corra, me gritó terrible y sólo se detuvo cuando no pude contenerme y me pusé a llorar: me dió amablemente su pañuelo. Lleva tiempo siendo mi casero y se sentó conmigo: "La dueña de la casa necesita que le pagues, sé que no es tu estilo. Te aprecio, piensa si vas a poder, si no, regresa a la otra ciudad, con tus padres, date un tiempo".
Le hable a mi amiga enseguida: "Necesito tu ayuda, la invesrión fue de ambas y estoy casi quedándome en la calle, necesito que sostengas parte del golpe. Necesito quedarme al menos con un lugar para vivir". ¿Cuál fue su respuesta? "No, no puedo ayudarte. Necesito antes salvarme a mi". Me colgó.
Confesarle a mi familia que estoy ahora sí en la ruina fue lo peor. Ver entrar a mi padre a la casa vacía y observar como se le desfiguraba de horror la cara ha sido el peor momento de mi vida adulta. "Regresas ahora mismo conmigo a casa" No, no. He tenido que discutir para explicarle que su casa ya no es mi casa. Le pedí ayuda económica, dinero, sólo neecesito un poco de dinero para pagar la renta y de ahi podré levantarme sola. Se lo juré, dijo que me creía, se fue y yo me quede esperanzada. Días después me enteré de que me bloqueaba a sus amistades para que nadie me prestara dinero con afán de hacerme volver a casa.
No, no voy a volver. No voy a volver a ese pueblo jamás, me quedaré en la ciudad y saldré adelante. No volveré jamás a su casa, no voy a rendirme.
Mi jefe (ex-jefe en ese momento) llegó y me dijo que no podía re contratarme en mi oficina, la empresa se negaba, pero podía demostrar que lo valía. Trabajar desde fuera, por eso me dio la computadora. Acepte, ahora soy externa y trabajo desde casa (ahora que sigo teniendo casa) y yo, que tuve 30 clientes alguna vez estoy empezando de nuevo teniendo solo uno. Sin asistentes, sin lujos, sin oficina, sin nada más que esta computadora. Mi asistente leal apareció en mi casa, se ofreció a seguirme un tiempo porque dice que después de todo no puede abandonarme siendo que yo lo capacite y porque después de todo, al despedirme a mi se ha quedado sin trabajo y si yo regreso él quizás puede regresar. Me hablo muy claro: también está buscando otro trabajo y me ayudará solamente en lo que lo consigue, si lo hace o en lo que logro regresar a la empresa y llevarlo conmigo... si es que lo logro.
Hable con todos los que pude para conseguir el dinero pero soy yo y no tengo muchos amigos ni personas de confianza. Nadie de ellos pudo prestarme; el cliente que me trajo la mesa lo iba a hacer pero tuvo un problema ¡maldito destino que se ríe de mi!. Le rogué a mi padre casi de rodillas que me ayudara, finalmente acepto e hizo unas llamadas pero ya es demasiado tarde; ahora quien puede hacerlo ya no lo hará.
Le tengo miedo al casero. Me correrá, va a gritarme. Estoy un poco despidiéndome de esta casa, donde viví tantas buenas cosas, donde viví varias de las mejores temporadas de mi vida. Quiero quedarme. No volveré a aquel pueblo con mi familia, me quedaré en la ciudad aunque tenga que ir y rogar por un cuarto de hotel con mi viejo cliente de hoteleria.
Mi amiga obviamente no era mi amiga. Me duele mucho su traición. ¡Que año! No puedo casi ni creerlo. Él primero, un par de clientes después y para rematar: ella, la chica a la que durante años consideré como mi hermana. Supongo que dejarme más en la ruina ha sido el precio que me cobró por vigilarme en mi reciente depresión, por detenerme de matarme cuando quisé hacerlo por él. Si lo pienso detenidamente es un precio barato.
Me imagino mañana dejando esta casa, llevándome mi computadora (que es de escritorio) bajo el brazo. Quise empeñar mi IPhone pero está depreciado, aún así quizás lo haga. No tiene línea, apenas y sirve para enviar mensajes por internet; podría pagar con lo que me den un cuarto barato o una sencilla habitación de hotel. Tengo mucho miedo, más miedo del que he tenido en toda mi vida pero a la vez siento coraje, mucho coraje para salir adelante aunque tenga que dormir en el suelo y vender mi cama.
Ya sé, dirán que como invento cosas. ¡Dios mio quisiera tanto estarlo inventando! Quisiera ser un hombre gordo riéndose por estar trolleando en lugar de estar aquí, en esta casa vacía a la una de la madrugada, sola, asustada de que sea de día y el casero venga. Ya ni siquiera siento roto el corazón, siento que un día desperté ya sin tenerlo, con el pecho vació, con un hueco.
Me siento irónicamente llena de coraje, llena de esperanza. Ya no tengo absolutamente nada que perder así que puedo arriesgarlo todo.