Muchas veces se busca aquello de lo que se carece, y al no encontrarlo se opta por sustituirlo por lo que más se le aproxime, a medida de las posibilidades. Pastillas genéricas por medicina particular, diezmillo por new york, réplicas por armas de fuego, Little Caesar por Papa's Johns, candy crush por Xbox, masturbación por sexo, auto-compasión por aceptación de la realidad.
Con dichas analogías no se trata de hacer ver mal al que elige dedicarse a dicha labor, pero sucede que en verdad, los psicólogos son el reemplazo de algo mejor que son los amigos. Su función se reduce a escuchar al cliente y preguntarle detalles sobre su vida, dar leves consejos y en ningún momento revelar la cuestión del problema que se busca resolver, dado que no pueden hacerlo. Por que ellos no resuelven problemas: se limitan a atender las palabras.
Para cuestiones prácticas como en la industria, el psicólogo es un inútil. Lo mismo para la cuestión financiera. Sólo en el ámbito social, a cuya área pertenece, se le da importancia, por razones fácilmente deducibles.
¿Cómo llegar a obtener el objetivo en lugar del sustituto? Lamentablemente no existe una receta para ello. A cada individuo le funcionan diferentes estrategias. Las opciones son infinitas, siempre y cuando se tenga la disposición para lograrlo en lugar de hundirse en la inmadura auto-compasividad.