Hará unos meses viendo la television autonomica catalana, mostraron un reportaje de la bbc que realmente me impacto, por entonces ni siquiera sabia que exístia la fs, por lo que al andar por esta web me ha venido el recuerdo. Se trata de los Hikikomori, los "fuera de la sociedad" una enfermedad que se extiende por Japon como epidemia (ya son mas de 2 millones de jovenes), cada vez mas, y a la cual, la sociedad nipona, muy retraida en los sentimientos como es, no ha podido mirar a otro lado, y se ha empezado a alarmar. Aqui os traigo un resumen que he encontrado en inet. Vereis muchas similitudes con la fobia social y la agorafobia. Segun parece la causa principal se debe a un competencia brutal en vida de los japoneses. Como diria el gran Groucho Marx, que paren el mundo, que yo me bajo aqui...
++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Recientemente, en horario nocturno, por supuesto, descubrí uno de esos oasis en forma de reportaje de la BBC que tenía como tema el “hikikomori”, que no hace falta ser un experto lingüista para deducir que se trata de un vocablo japonés. Pero, ¿qué es el “hikikomori”?, se preguntarán ustedes.
Pues verán, se trata de un grave problema sociológico que afecta a la juventud de ese lejano país.
Resulta que gran número de jóvenes japoneses comprendidos entre los 15 y los 26 años, con predominancia masculina, han decidido cortar toda relación social con su entorno, incluido el familiar. Se recluyen en sus habitaciones y allí pasan días, semanas, meses e incluso años. Se presentaron ejemplos de algunos de ellos que llevan casi un lustro sin ver a padres y hermanos.
Se les dejan los alimentos a la entrada de su particular reducto, y ellos los recogen para poder subsistir; y ahí termina todo contacto. Renuncian a los estudios (la legislación nipona considera la educación como algo privativo de la familia, sin que puedan inmiscuirse unos prácticamente inexistentes servicios sociales) y, según alguno de ellos, que accedió a la presencia de la cámara, duermen durante el día y se pasan la noche escuchando música o navegando por internet y jugando a la play-station.
En resumidas cuentas, el dolce far niente.
Una de esas sufridoras y atormentadas madres, mientras se apretaba expresivamente la nariz con los dedos índice y pulgar, relataba que su hijo se bañaba cada seis meses y que era entonces cuando, a tijeretazos, se cortaba el pelo. Además, había algunos que almacenaban la basura convirtiendo su habitat en una auténtica cochiquera. El caso, preocupante en extremo, es que actualmente hay 1.200.000 jóvenes afectados por el “hikikomori”.
¿Cuál es la razón de esa actitud de aislamiento? ¿Por qué deciden convertirse en modernos ermitaños? Según un sociólogo, que había escrito varios libros sobre el tema, existen dos causas esenciales. Una, el horario laboral de los padres, que impide cualquier normal comunicación con sus hijos, y la otra, derivada en parte de la primera, la enorme competitividad escolar, provocada por el hecho, hasta cierto punto lógico, de que los progenitores pretenden que sus retoños superen el status de ellos y alcancen un mejor nivel de vida.
A propósito de esta última circunstancia, la de los estudios, se mostraron imágenes de una escuela preparatoria de fin de semana que ponían los pelos de punta, relegando la tradición espartana a un juego de niños. Después de haberse pasado cinco días en la escuela, niños y niñas entre cinco y 12 años se concentraban en ese tipo de escuela, en la que a las 10 de la noche efectuaban unos exámenes. Los suspendidos volvían a examinarse a las 11, y a las 12, y a la una. Así hasta que todos ellos superaban los ejercicios propuestos, aunque fuera en plena madrugada.
Al término de esas pruebas, se iban a la cama. Descansaban sobre esteras en dormitorios comunes, apretujados como sardinas en lata, hasta que a las 05:30 horas sonaban los despertadores para comenzar una nueva jornada y volver al estudio. Algo realmente inhumano.
Es curioso constatar que este trastorno se produce únicamente en Japón, pero, visto el régimen de vida que llevan actualmente nuestros niños, a uno le asusta pensar que el “hikikomori” pueda trasladarse al mundo occidental.
El progresivo abuso de las videoconsolas e internet, unido al acelerado régimen de vida que nos vemos obligados a llevar los mayores, invita a la reflexión. ¡Ay de aquellos tiempos en los que los chavales jugábamos en calles y parques, aprovechando la más mínima oportunidad para salir de casa!