Bueno, yo también sentí más entusiasmo con la primera mitad del libro, o para ser más preciso con los primeros 3/4, hasta que empieza lo del "Teatro Mágico". A partir de ahí es como que dije: "We, ahora viene la parte críptica llena de metáforas hiperprofundas para expresión sin límites del ego del autor.
-Oh, entendedme, interpretadme, simples lectores, meteos en mi mente y descifrad los secretos mensajes que os regalo-.
Cuando llegué a ese punto lo dejé estancado un buen tiempo, hasta retomar para terminarlo. Para colmo, resulta que, al final, la edición que tengo lleva añadida un anexo, así que creía que me quedaban unas cuántas hojas más para terminar cuando me encuentro de golpe con el abruto final. "Buaj", dije, y lo dejé con desdén -por poco tirándolo- sobre la mesita de luz.
Pero nada, con el tiempo se me pasan esas cosas, y naturalmente empiezo a poner en perspectiva y a reconsiderar mis valoraciones. Hay muchas cosas que rescato de ese libro, ideas valiosas como la "teoría de las mil almas", el requisito fundamental para todo humor elevado, el aprender a escuchar correctamente la "música radiofónica de la vida" (ese Mozart era algo socarrón, pero entrañable sujeto)... Y muchas otras.
No parece cosa sencilla encontrar la forma absoluta de interpretarlo, menos sin haberlo releído. Pero se trata fundamentalmente de alegorías en forma de aparentes delirios sobre los dilemas internos de Harry con su identidad, sobre los cuestionamientos que él mismo se hace de su autoimagen de "Lobo Estepario", sobre el proceso por el cual nacen y se desarrollan esos cuestionamientos. Era fantástico pensar cómo podría él mismo escribir el "Tratado del Lobo Estepario", cómo podría criticarse de forma tan mordaz pero tan lúcida.
Hermine probablemente representaba el alter ego de Harry, la otra faceta desconocida (o reprimida) de él mismo, que fue capaz de cautivarlo inmediatamente. Darle lugar a Hermine, es decir, a la parte de su personalidad que permaneció oculta bajo la rígida forma del "hombre lobo", le permitió a Harry hacer montones de cosas que a su identidad de hombre lobo le parecían aberraciones imposibles, como bailar el
foxtrott y tener un romance superficial con Marie. Pablo podría encarnar algo así como el "motor" de ese cuestionamiento de Harry sobre sí mismo, su resiliencia, la esperanza de sobrevivir. Pablo no debería, entonces, ser posterior a Hermine, pero es posible que "Pablo" haya hecho su primera aparición cuando Harry ve el cartel de luces sobre aquella pared antigua, anunciando el "Teatro Mágico", del cual después sabemos que Pablo es el regente.
Habría mucho más que decir y analizar, pero superficialmente se me ocurre eso. El "juego de las figurillas" es la representación de las "mil almas" que Harry (y todos) posee en su interior, con las cuales puede jugar como quiera dando más o menos valor a una o a la otra, y rehaciendo las veces que se le antoje. Lo dicho antes queda más claro al final, cuando Pablo reduce a la difunta Hermine a una figurilla.
Me gusta mucho el mensaje; cómo la decadencia, la rigidez y el caricaturezco dramatismo del "Lobo Estepario" son deshechos y desacreditados por nuevas alternativas que estaban siempre ocultas ahí, esperando a ser descubiertas. Cómo se hecha por tierra al encasillamiento en una "identidad" solemne y rígida, al recreamiento en la tragedia, a la mentalidad suicida y megalómana del que se considera demasiado especial como para compartir algo tan vulgar como las simples alegrías que ofrece la vida (Hermine y la patita de pato).
El "hombre lobo" se da cuenta de que no es más que un ridículo y decadente, alguien que no soporta la vida pero que teme morir. Se da cuenta que olvidó la capacidad de tomar lo bueno de la vida, de distinguir que la maravillosa melodía todavía se encuentra entre el desagradable sonido de la radio, de que no importa si el retrato de Goethe le parece ofensivo, porque al fin y al cabo es Goethe el que está pintado ahí. Se da cuenta de que se olvidó de reír, del humor. Todo lo convierte en tragedia, hasta en el mismo Teatro Mágico. Pero no importa, porque alguna vez aprendería a reír. Pablo y Mozart lo esperarían.
Es un buen libro.
P.D.: Sebasxtian, creo que al final me olvidé de confirmarte que la cita por la que me preguntaste no aparece en ninguna parte.