Soy la corriente de la nada. Sigo las ordenes de Dios. Un dia, cuando era un pequeño remolino, él me dijo cuáles serían mi tareas: Soplar barcos sin tripulantes era mi deber, generar espectaculos visuales de docenas de bolsas bailando en circulo en callejones abandonados. A veces, sin embargo, cuando Dios se echaba una breve siesta, me salia de mi plan de tareas y me iba a hacer volar boletos premiados de loteria a vagabundos, impulsaba el vuelo de cometa de los niños y hacía cosas que eran tarea de otros tipo de corrientes, que no disfrutaban haciendolas tanto como yo.
Dios me dijo que había nacido para eso, que era mi tarea, porque álguien tenía que hacerlo para que haya equilibrio. Yo le creía, pero no podía evitar escaparme de esa consigna, cuando dios no me vigilaba.
Un día, conversando con una corriente marína durante un Ocaso, ésta me dijo que un dia su abuelo le contó una historía extraordinaria, que todos daban por leyenda. El abuelo contó que cuando era muy joven, conoció a un salmón, que se quedó en su territorio un momento, al encontrarse herido por un oso. Entonces el abuelo le hizo la pregunta que venía rondandole por la cabeza en eso días. Le preguntó: "¿Por qué nadaís en dirección contraria a la corriente?" y el salmón le respondió: "Dios nos dijo que nuestra tarea era igual que la de los demas animales, crecer, reproducirnos y morir. Y todo iba bien, nos acostumbramos a eso, pasabamos tiempo con nuestros hijos y hasta reiamos, pero conforme fueron sumandose nuevos compañeros de la naturaleza con nuevos deberes, eran cada vez menos los hijos que lograban sobrevivir a su primera etapa de vida. Entonces, cada vez más salmones se cuestionaban, en secreto, a luz de luna, las ordenes de Dios, hasta que un día, uno, el más valiente de todos los bancos de salmones, recordó -entre sueños- donde nació y decidió ir a desovar ahí.
El salmón regresó con cicatricez escalofriantes, y otros signos de adversidad y lucha, les mostró sus hijos a los demás salmones y les contó que Dios, al verle salirse de sus deberes e irse por otro lado distinto, le ordenó furioso que siguiera realizando sus tareas, pero él salmón no le respondía, entonces Dios ordenó a osos de otras regiones, acabar con ese salmón. Y el salmón luchó con toda sus fuerzas e inteligencia, y logró desovar donde él nació; y pronto lo hicieron más salmones, y muchos más, hasta que Dios no pudo con todos.
Esa impresionante historía, me dejó pensando todo el resto del Ocaso, hasta que en una ocasión...
Desobediencia natural.
João Gilberto - Valsa (Como são lindos os yoguis) (Bebel) (YOUTUBE)