Hace unas horas tuve que entregar una encomienda a un club de un grupo de adultos mayores. Me dejaron tomar la palabra para hacer la entrega, habrían unas 25 personas y cuando me tocó hablar sentí que me faltaba algo, la ansiedad. ¿Donde estaba esa maldita ansiedad que trepaba por mi columna y me dejaba completamente estático y esas como vibraciones que sentía en los brazos como sintiendo que en cualquier momento se podían reír de mi? Lo único que me faltaba eran las palabras, palabras que al final tuve que improvisar con éxito. Si bien no me extendí mucho sirvió para darme cuenta que he progresado y ahora hablar ante un grupo de personas ya no es un desafío inalcanzable. Una señora me preguntó algo y tuve que responderle, sin titubear, parecía como un profesor ante la clase más que un alumno exponiendo un trabajo. Dicen que hay que ensayar, que hay que estudiar lo que se va a decir, yo no hice nada de eso, improvise y salí bien del asunto. El día de ayer en una junta de propietarios también noté que se me fue la ansiedad, estoy hablando más fluidamente, se han dado muchas ocasiones esta semana como el lunes pasado en que estuve charlando con un muchacho colombiano en la piscina del edificio a quién no conocía. Si ya no se tiene ansiedad no hay temor y todo es más fácil y no se evitan las cosas como sucedía antes. La fobia social esta lentamente desapareciendo.