Escribo este post desde los efectos del Lorazepam, así que disculpad si encontráis algo incoherente, metido a presión o difícil de entender. Escribo esto a la desesperada, como una terapia individual con el resto del mundo. Espero que sirva a otros para entender que lo que les pasa puede ser meramente psicológico; entenderlo ayuda a parar sus síntomas. Hablo de las taquicardias, de la dificultad para respirar y para tragar, de que el brazo se te quede dormido y creas que la patata se te va a disparar y, acto seguido, vas a morir. Explicaré mi vida y cómo han ido evolucionando mis síntomas. En fin, allá va.
Me presento como un joven estudiante de 20 años de temperamento nervioso, ansioso e impulsivo; aunque también hay que decir lo bueno, me considero un tío inteligente y continuo pensador.
Como antecedentes diré que de pequeño me quedé sin amigos y pasé una larga temporada solo en casa, hasta el punto de sumirme en una gran depresión, no hacer absolutamente nada y repetir un curso en la secundaria. Me llegué a considerar el tonto de la clase. Me cambiaron de colegio y, poco a poco, empecé a mejorar, hasta llegar a hacerme el "tío popular" del lugar. Ese último año de la secundaria fue el mejor de toda mi vida. Mis notas apenas sobrepasaban el 5, salvo cuando había recuperaciones finales. En esta temporada, me eché otra cuadrilla de amigos que me ayudaron muchísimo y me recuperé totalmente de la depresión y de la ansiedad.
Después en bachillerato, estuve en un entorno horrible de nuevo, pero a diferencia de la otra vez, aquí sí tenía amigos fuera de clase, así que lo pasé sin mayores problemas; sus insultos y ofensas no me hacían daño. Mis notas alcanzaron de media el 7, aproximadamente.
Siempre quise haber estudiado algo relacionado con la informática; programación, concretamente. Recuerdo que mi padre me enseñó a programar lo básico en C y Python. Ese mundo me fascinaba. Pero cuando vi que esos lenguajes estaban obsoletos, que el futuro era Android; que el futuro del programador consistiría en hacer juegos de móviles, lo pasé fatal y sufrí una crisis existencialista. Me gustaría haber sido un ingeniero de los 80 en el campo de la informática, no actualmente, cuando ya está casi todo hecho. Quizá no, quizá me equivocara por haber pensado así; sin embargo, mi gusto por la economía empezó a crecer (economía pura y teórica, no dirigir empresas o llevar las cuentas; sino el porqué de las cosas). Llegó esto a tal punto que entré en la facultad de economía a estudiar un grado en economía.
El primer año de la universidad fue duro; la gente de esa clase era cruel (el primer año es común con los de ADE (empresariales), y por alguna razón, van a la universidad con la intención de comerse todo el mundo y a todos los que haya en él). Entonces pasé todo el año solo, salvo con mis amigos de la secundaria, que ahí seguían. Iba a la universidad a estudiar, me largaba sin hablar con nadie y quedaba con mis amigos. Además, me empezó a gustar el mundo de la política y me metí en las Juventudes Socialistas de España y en el PSOE. Iba a reuniones, asambleas, viajes, etc., y todo fue bastante bonito. Nota media de primero: 8,5.
Segundo año (éste) de la universidad. Durante el verano, problemas con mis amigos hacen que cada uno vaya por su cuenta y me quede sin cuadrilla. Con respecto a los "socialistas", me doy cuenta de que han estado apoyando a la banca toda la vida, y decido largarme tras duros debates. Vamos, que me quedo otra vez solo. En la universidad, sin embargo, ya con los de economía, se respira un buen ambiente que me anima a ir a clase.
Me noto solo, demasiado solo, y justo un compañero de la universidad (en pleno apogeo de Podemos) me indica que hay una reunión de las juventudes comunistas (Izquierda Unida, que son más rojos que el coletas). Voy a la reunión y, mis oídos se hacen agua al escucharlos. Decido ingresar ah: primero, por ideales; segundo, por tener con quién salir.
Pero algo no va bien. No tengo amigos de verdad, y mi cerebro, en lo más interno de él, lo sabe.
Un día cualquiera me empezó a costar tragar mientras cenaba, por lo que me asusté y dejé de cenar. La cosa empeoró otro día, cuando me dio una taquicardia y tuvo que venir la ambulancia a por mí, dijeron que fue un ataque de ansiedad y que me relajara, pero que probablemente me volvería a dar, así que me comentaron cómo actuar para autorrelajarme —los cojones te vas a poner a hacer respiraciones cuando sientes que te está dando un infarto, pero se agradecen los consejos—. Bueno, pues otro día comiendo, ya notaba que me asfixiaba, que me ahogaba, que se me dormían los brazos; así que al hospital de cabeza: nada, que era ansiedad. Otro día me pasó algo parecido, respuesta de otro médico de urgencias: ansiedad. Y así continuamente.
La que se lleva la palma fue la del otro día. Saliendo antes de hora de la universidad —en que tuve una media el primer cuatrimestre de 9,5, con dos matrículas de honor de 5 asignaturas— tambaleándome, casi sin poder respirar, pálido y con los brazos dormidos, hasta el punto de decirle a un par de hombres que había por la calle que avisaran a mi padre por teléfono para que me llevara al hospital, porque una ambulancia allí daría muchísimo cante y, de ser ansiedad, me pondría aún peor. Y nada, que también era ansiedad, y los síntomas desaparecen cuando me dicen esas palabras.
Hoy he venido en taxi a casa, era imposible seguir andando con un Lorazepam haciendo efecto, no llegaba ni al autobús. Y aquí estoy ahora, escuchando "Always on my mind", versión de los Pet Shop Boys, con un Lorazepam evitando que pueda recordar, pensar y preocuparme. La garganta ya me permite tragar saliva y el brazo se ha despertado. Con unos psicólogo público esperando a verme por primera vez en años (desde lo de la depresión y la ansiedad anteriores) la semana que viene, y quizá otro privado pagado por mis padres especializado en "lo mío" —que no sé qué es "lo mío", pero así me lo han dicho"—. Y yo encantado de ir, que si me quita estos síntomas, como si quiere estar especializado en locurología.
Así que ésta es mi situación: ataques de ansiedad "aleatorios" pero de mayor probabilidad por las tardes; afiliado comunista por convicción y para conocer gente; estudiante con dudas sobre si la economía es lo suyo o no a pesar de sacar matrículas de honor —disfruto más la programación, pero no le veo el futuro que deseo; además, cambio mucho mis gustos (hasta hace poco, me habría metido en mates puras o física, así que la economía es una balsa de estabilidad)—; falto de amigos (no tengo con quién hablar sobre algo no relacionado con la universidad o la política); y en crisis existencialista (¿qué soy y qué quiero?).
Y esa es mi historia reciente. Esa monotonía, ese aburrimiento, esa contradicción entre lo que se me da bien y los múltiples gustos a corto plazo pero muy intensos que me entran chocan continuamente. Esa exigencia de la sociedad de que madure y acepte una decisión; esa niñez que hay en mí que me impide aceptar que soy adulto, que me impide aceptar los problemas, que me sigue dando la mano y pidiéndome que me quede en el mundo de fantasía e inocencia. Eso ha hecho que tenga que estar tomando pastillas contra la ansiedad.
Y claro, aceptar la realidad no es fácil cuando tienes un problemas físico: pectus excavatum. Un problema que te deja el pecho hundido y te impide sentirte físicamente bien contigo mismo: olvídate de parejas y de ir a la playa.
Pero al fin y al cabo, no hay ningún problema que la industria farmacológica no pueda tratar, ¿no?
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Repito que si hay ciertas cosas mal conectadas es porque el Lorazepam me impide pensar con claridad, por eso solo lo tomo por las noches, trato de evitarlo a toda costa por el día.