Juan era lo opuesto a su versión del otro Universo Paralelo, era un Don Juan, y lo único que tenía de corriente era el nombre, lo demás era inversamente proporcional a su peinado, que, sin ser cruel, era mas feo que comer de cabeza.
Juan tenía el sex appel en la sonrisa inconsciente y gratuita, que se esculpía en su cara como la mejor escultura de Miguel Angel, a pesar de que tenía un poco de sarro y los dientes mas dispares que las gemelas Ying-Llang.
Desde pequeño le enseñaron el valor del sudor, de las lagrimas y de las sonrisas sin prisa ni cambio.
Le enseñaron a ver a todas las personas como al horizonte, de frente y sin pretender saber todo cuanto tenían, todo cuanto eran. Por eso nunca veía a las personas por debajo o por encima.
Le gustaba ayudar a las personas sin saber bien por què, como cuando se quedaba viendo el Sol caer, era una fuerza extraña, como un reflejo que se reflejaba en su sonrisa.
Le gustaba el Crepúsculo porque decía que era cuando el día no se ponía maquillaje, ya que todos dormían, y no se ponía los pendientes mas bonitos que tenía, que eran la Luna y el Sol. De esa misma forma le gustaban las mujeres, con aspecto crepuscular, aunque con una sonrisa radiante como el Sol y los ojos de Luna llena, vacía de tristeza y de complejos.....(Continuarà)