Al paso que voy, no es por hacer suposiciones pesimistas, pero me imagino que sobre los treinta. (Quizá tal deducción, finalmente, sea hasta optimista...)
A mis veintiséis años, en diversas ocasiones, he podido observar como mi familia me ha tratado como a una niña.
Desde que me esforcé por mostrarme algo más abierta con ellos, noto como, poco a poco, esa percepción que tenían sobre mí, ha ido cambiando ligeramente.
He aprendido que, por desgracia, si en reuniones familiares siempre te refugias en el silencio (que era lo que yo siempre hacía), te acaban no tomando en serio y viendo como a un niño, tengas la edad que tengas.
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