Yo me enteré de la inexistencia de Papá Noel y los tres reyes magos a la edad de los 10 años. No sé exactamente como pasó, solo sé que fue repentino y enormemente traumático.
Le pregunté a mi mamá: _ "¿Che, papá Noe y los reyes no existen, verdad?"- a lo que ella respondió: _ "Emmm... sip, no existen...
". Fue un momento muy triste para mi y marcó una impronta que me duraría hasta el presente; ese día dejé de ser un niño y me convertí en un hombre... en un hombre escéptico.
A partir de aquel fatídico día en el que supe toda la verdad acerca del gordo de la Coca-cola y los tres reyes magos, puse en cuestionamiento todas mis creencias fuertemente arraigadas, pero especialmente las de tipo religiosas. Desconfié para siempre de los medios masivos de comunicación que me mantuvieron en la inopia y en el consumismo capitalista, y , desde entonces, me juré a mi mismo que nunca más seria tan ingenuo como lo había sido en el pasado.
La navidad ha dejado de ser lo que era antes, ha perdido gran parte de ese encanto que tenía de cuando yo era niño. Ahora todo se limita a comer y a beber en abundancia desmedida y en aturdirse los oídos a causa de la música a todo volumen y los juegos artificiales que lanzan gente de los alrededores de mi hogar, enfrascados estos en un frenesí competitivo para ver quien es el que ofrece el espectáculo visual y sonoro más impresionante de entre todos los vecinos
. Y lo peor de todo es que ahora no me regalan ni un par de medias: ¡maldita sea la hora en que decidí abrír los ojos a la verdad!
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