Quisiera compartir como ha ido evolucionando mi situación de fobia social con el paso de los años, por si a otros les ha ocurrido lo mismo, intentaré ser breve.
Cuando era un crío simplemente todo me daba vergüenza y evitaba jugar con otros niños, creo que en esto coincido con muchos de vosotros.
De adolescente tenía problemas para mantener conversaciones de neurotípicos, no me interesaban para nada ni sabía realmente como continuarlas, esto hacía que te vieran como alguien raro, por supuesto seguía evitando a la gente.
En mis 20's, la cosa se puso seria, el mero hecho de tener gente cerca, como ir en el metro me producía estrés y ansiedad, tensiones, rigidez y una sensación de que me drenan la energía, supongo que en cierto modo lo hacían si me estresaban de esa manera, pero que le vamos a hacer, hay que seguir viviendo y aguantar.
Ahora mismo apunto de cumplir 30, he notado en los últimos años que además de todo lo anterior, siento odio e ira hacía las personas en general. Nunca había llegado a odiarlos por el mero hecho de ser seres humanos, pero sobretodo me provocan una ira desmesura las acciones incívicas de algunos energúmenos. Ya sabéis, acciones incívicas típicas.. desde los típicos que no te dejan sitio para adelantarles por la acera y caminan a cámara lenta, el que te echa el humo del cigarro justo en la salida del metro por que no pueden esperarse a salir por completo, coches que no te ceden el paso, vecinos haciendo ruido, el que no recoge el "regalito" de su perro...
Por supuesto nunca les digo nada, pero sus acciones me producen acidez estomacal.
La verdad es que cada día para ir a trabajar cada día tengo que soportar varios "picos" de ira solo en el trayecto de ida y vuelta, luego hay que sumar los que te produce el propio trabajo, y me están agotando.
¿Alguien mas siente que le drenan la energía? quizás se me está yendo la olla del todo.
Saludos.
. Me volví muy temeroso y, entre otras terribles consecuencias, como explicas, me metí en mi mundo, sin ser capaz de establecer una mínima conversación de un par de minutos con los demás por quienes sentía pavor. 
. Lo escribo con conocimiento de causa. Cuando trocas el miedo por odio, empiezas a estar más seguro de ti mismo y un día te hartas de tanta represión acumulada, reúnes valor para espetarle a un tipejo a tu derecha ¡Haga el favor de no echar más humo, guarro!. A partir de ahí, tu vida social continúa siendo nula, empero te sientes mejor, ya no eres aquel pusilánime. Los problemas son los demás, no tú. 
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