Es de noche, llueve suavemente y la melancolía me parte en mil pedazos al ver tantas historias cayendo cual hojas en invierno. Uno tras otro, ¿por qué? Definitivamente me siento identificado, si, en uno en otro, todos tenemos la esencia de un mismo problema.
Luego de deambular por meses en las entrañas de mí ser, encontré a al ente que siempre me ha devorado, el lobo de Hesse que dormita junto al hombre, ambos, mi bestia y mi humanidad están a merced del espantoso vacio. Si, vacio, eso es lo único que lo define. La ausencia, ¿de qué? Amor, satisfacción, confianza, no lo sé. Es simplemente una espantosa caverna cuya oscuridad execrable atemoriza mi espíritu y crece con el tiempo. Consume la alegría, opaca la gloria y nubla mi vista. Si, ahora puedo reconocerlo, tengo miedo, demasiado miedo.
Camino por la calle mirando miles de rostros cada día, absortos, despreocupados, nadie se interesa por mí entre ellos, lo sé. Eso me asusta, ahora lo sé. Soy finito, lo sé, cada día me veo al espejo, cansado, una arruga más, un cabello menos, un día más en el calendario. Una llamada desde tierras lejanas para felicitarme por mi desempeño, halagos de mis contemporáneos, sonreír, fingir. Y entre palmas y laureles el frio paraliza mi cuerpo: la muerte, sí, le temo. La soledad, sí, le temo. Sentado mirando por la ventanilla, allí está el vacío, creciendo, nada de mis triunfos y alegrías aplacan al voraz enemigo, cada día se lleva un pedazo de mi.
Y son ellos los que me sujetan, los fantasmas del pasado, me impiden llenar ese agujero, me piden siquiera pensar en que hace falta para popular el vacio. Ustedes los conocen, los fantasmas de la desconfianza, el miedo al riesgo, el creer que todos son malos por naturaleza, mis traumas infantiles que solo me hacen pensar en planificar el futuro olvidando el presente, el control siempre presente. Ellos me sujetan, ellos son la clave, ¡soy yo quien debe salvarse a si mismo! ¡Soy yo quien debe levantarse arrastrando sus cadenas! ¡Soy yo quien los debe arrastrar y arrojar al abismo! De nadie más depende, eso es, flexibilidad en lugar de rigidez.
¡Pero qué fácil es decirlo! ¡Qué difícil es tratar de hacerlo! Porque aunque lo sé, no puedo creer en ello, no quiero creer en ello. Estoy tan aferrado a mis espectros, ¡que prefiero dejar que ellos me despedacen día con día! ¡Qué difícil es abandonarlos! Ya conseguí lo que quería, dinero y prestigio, pero solo me hace necesitar más para aplacar al vacio que crece día con día. Ja, es terrible, es miserable, depende de mí, y no soy capaz de salir de ello. Más bien preferí rendirme.
Pero para todos, no puedo contestar cada mensaje, no puedo conocer a cada persona. Solo puedo decirles lo que he aprendido en todos estos meses. La respuesta está en ustedes, realmente la salida está allí, pero requiere voluntad y dolor, requiere saber que habrá dolor y el control se irá por el drenaje. Hay riesgo, sí, mucho, pero valoren que tanto pueden seguir soportando el martilleo constante de un remolino que absorbe su esencia como personas.
No soy quién para decir esto, no es nada nuevo, pero quería decirlo. Como decía buda, todo es un equilibrio. Cada uno de nosotros debe afinar la cuerda no muy fuerte, no muy débil, para que el laúd produzca la melodía que complazca nuestros oídos, recordando que en la vida todo es dolor y alegría, no pueden estar separados el uno del otro sino nos llevaran al espantoso vacio.
Saludos a todas las personas del foro, perdonen si esta algo gris el asunto, pero me sentía melancólico.