Salir sin tener un sitio al que ir, una dirección que tomar... Me he deidcado a recorrer mi pueblo, que mira que es pequeño y hay calles por las que hace años que no paso. Como ya he dicho, me he dedicado a observar mis reacciones, sensaciones y sentimientos. La verdad es que lo paso mal. Cada vez que alguien dobla la esquina, o nos cruzamos en el camino, mi sistema "simpatico" se dispara. Esencialmente llego a casa sofocado, cansado, sudado y con tremendas ganas de mear. Pero hay momentos buenos. He recorrido el camino a mi antiguo gimnasio, apreciando los cambios que se han producido, a mi antiguo colegio, a casas de antiguos amigos de la infancia ahora ya olvidados... También he tratado de comparar las sensaciones y pensamientos actuales con los que debía tener en aquella época y prestado atención a "señales" de mi cuerpo. Por ejemplo, se que puedo pasear aunque cuando me cruzo con alguien acelero y soy más sigiloso, pero soy incapaz de detenerme, de quedarme quieto en la calle, de pararme frente a un semáforo o un escaparate. Antes que detenerme doy vueltas a la manzana hasta pillar el semáforo en verde para peatones. Si me detengo se me dispara la ansiedad. Así que esas son pequeñas cositas que ahora figuran en mi lista de objetivos a conseguir. Igual que lo paso fatal en la estación del metro, teniendo que estar allí hasta que llegue, poniéndome más y más nervioso. O sentarme en un banco en un parque. Hoy he acechado tres veces el parque, el banco, sin detenerme desde luego, deseando decirles a las piernas "Ooopa DERECHA ¡AR!", pero sin hacerlo. Pero lo haré proximamente.
No obstante me siento frustrado. No por las cosas que aun me veo con dificultades de hacer (que son muchas) porque al fín y al cabo ya he entendido que mis decisiones me han llevado a estar donde estoy, y se qué decisiones han sido. Pero ahora que se que necesito una "reeducación social" practicamente completa, que se lo que me pasa y porqué me pasa me siento más solo y más incomprendido que cuando no lo sabía y todo el mundo pensaba que estaba deprimido. Me he dado cuenta de que todo el mundo culpa a mis hermanas de mi malestar, a la situación que hemos vivido en casa. Ahora que me he documentado, que he estudiado el tema, que madre ha compartido ciertos secretos conmigo, creo que hubiese sido fóbico de todas formas, mejor dicho, siempre lo he sido. Lo que si que problamente no habría ocurrido es que hubiese llegado a alcanzar esta dimensión.
Ahora se que he hecho TODO lo que los terapeutas te dicen que no debes hacer cuando tienes una fobia. Pero TODO. Claro, yo no sabía qué me pasaba. Y al igual que todo el mundo pensaba: "Es normal que estés mal con lo que está pasando en casa. Todos estamos mal." Y no. No era así. Bueno, claro que ha todo el mundo le hubiese afectado negativamente la situación. Pero lo cierto es que yo ya estaba predispuesto a esta patología, pero al achacarla yo mismo a factores externos cometí un gran error. La deje crecer a sus anchas, ganando cada día más y más terreno, hasta que por fín se adueñó completamente de mi vida. Ahora tengo que luchar por reconquistar cada recodo, cada terruño, por pequeño e insignificante que pueda parecer desde fuera. Hablar por teléfono, pararme en la calle, cojer el metro, el bus, esperar en una parada de bus, de metro, orinar en un water que no sea el de casa, pedir información, tratar a la gente incluso en el nivel más superficial... Todo es nuevo. Todo es un reto. Asequibles, lo se, pero hasta que no convenza a mi cerebro de lo mismo, son esfuerzos y mas esfuerzos que nadie parece percibir. Todos vienen con lo mismo "Cuando acabes la carrera...", "Cuando consigas un trabajo...", "Cuando en casa las cosas vayan bien y te creas que están bien...", "Cuando tengas una novia..." Y mientras yo me siento feliz por haber conseguido orinar en el water de la facultad, o haber llamado a la clínica dental para pedir cita, o haber ido a una práctica en grupo, o haber paseado media hora, o haber tomado un café con un compañero de clase en la cafeteria y haberme enterado de la conversación, o conseguir comprar en un supermercado... Aunque quieran, no creo que puedan comprender. Yo no podría. Y siento la soledad como no la había sentido nunca. Pero al menos voy andando mi camino, con pasitos tan pequeños que los ojos normales no perciben movimiento alguno, pero yo se que no estoy exactamente donde estaba ayer, ni donde estaré mañana.
