Quiero que miréis este vídeo con mucha atención:
Normalmente, muchas personas, y la mayoría de los que "habitan" este foro, buscan una etiqueta que defina lo que ellos consideran su enfermedad, como si esa etiqueta, por extensión, los definiera a ellos mismos. Obviamente, el mundo actual de la psicología y la psiquiatría dispone de todas las clasificaciones posibles, dominan todas las nomenclaturas con el fin de que nadie, absolutamente nadie, pueda escapar a un diagnóstico "profesional". Así, el extremadamente extrovertido será un ser dependiente o un maniaco-depresivo, el genio será un esquizofrénico, el sensible alguien con fobia social... Si lo pensáis, un genio o un ser sensible no son elementos productores de un beneficio directo, sin embargo, un fóbico social o un esquizofrénico puede ser convertido en un cliente fiel si el psicólogo, el psiquiatra y el farmacéutico conocen las artimañanas necesarias como para concienciar a ese pobre sujeto de que lo suyo no es una ventaja, sino un lastre, que no puede hacerlo solo, que necesita pastillas, que necesita apoyo, que su vida no es normal, que una vida normal es mucho más atractiva...
Realmente, ¿cómo sería nuestra vida si aceptáramos nuestras verdaderas "etiquetas"? Uno podría aceptar que es sensible y por tanto entender que quizá lo que más le divierte no es emborracharse un viernes en una discoteca, sino escribir poesía o tocar la guitarra. Otro puede entender que su esquizofrenia no es tal, sino que su mente funciona de un modo diferente, de un modo que le permite observar el mundo desde una perspectiva nueva, más interesante. Mientras nuestra actitud no haga daño a nadie ¿realmente es un problema? ¿y por qué lo es? simplemente porque alguien que ha estudiado 5 años una carrera entre cervecitas en la cafetería y partidas de mus nos ha diagnosticado algo, y nos ha dado una etiqueta que muchos reciben con satisfacción.