Atención, que viene una parrafada...
Esta semana pasada he tomado una decisión trascendental. Me ha dolido pero quizás menos que otras veces... El asunto es sencillo. Debo decidir entre mis amistades o mi autoestima. ¿O quizás no lo sea tanto?
Imagino que aquí la gran mayoría sabéis de qué estoy hablando. Estoy refiriéndome a cuando esas amistades (pocas, sí, pero las hay) que han estado compartiendo nuestra vida durante muchos años y conocen nuestros puntos débiles, nuestras manías, nuestra forma de ser pero no las respetan sino que tratan de forzar la relación, convirtiéndola en un duelo de egos, de la cual sólo uno saldrá vencedor. Cuando comienzo a ver indicios de que tratan de aprovecharse de mí, nace mi vena más insensible y me deshago de ellos de la manera más aséptica posible.
La cuestión es que, parafraseando a Milton, famoso poeta del siglo XVII, en su obra "El paraíso perdido":
"Es mejor reinar en el infierno, que servir en el cielo"
Que trasladado al caso que nos ocupa sería algo parecido a lo siguiente:
¿Quiero
hacer de mi capa un sayo, pero en la más absoluta soledad o prefiero ser uno más en un grupo de amigos y traicionar mi personalidad y mis intereses, diluyéndolos por el bien común, ?
He debido elegir y la respuesta ha sido la primera. Llevo una larga tradición de profundas decepciones, de malos tratos psíquicos e incluso peleas. Se han burlado de mí, en grupo o cara a cara, me han echado de pandillas, me han tirado de un coche (no en marcha, gracias a Dios) para que marchase andando desde las afueras a mi casa, se han valido de mis sentimientos para atacarme. ¿Estoy dispuesto a seguir buscando amistades y encontrando nocivos ataques a mi estima? Cada vez tengo menos ganas.
Por ello creo que estando sólo como estoy ahora y viendo las cosas en perspectiva, creo que es lo mejor que me podía pasar. No hay amistad que, pasados los años, no haya tratado de aprovecharse de mí en una forma u otra. Aunque aquí quizás peque de confiado. ¿Por qué no puse barreras a tiempo? Yo también soy responsable, es cierto. Tan sólo opino que si debo seguir luchando para buscar la amistad ideal, tal vez no la encuentre nunca. Tal vez yo mismo no lo sea para ellos. No soy un santo. Si se nos da la oportunidad (y yo he dado muchas) nos podemos convertir en los peores acosadores y abusones del barrio.
Posiblemente deba seguir transigiendo, esa será la única manera de conseguir integrarme en grupos. A dia de hoy debo decir que prefiero quedarme como estoy.
Ya entendí la cuestión de la pareja. Sé con certeza matemática que voy a seguir soltero siempre. Hasta ahora buscaba en mis amistades una intimidad, una cercanía, que sólo suelen verse en parejas (no seáis mal pensados, no me los llevaba a la cama), precisamente porque me faltaba ese lado relacional, porque tenía una carencia afectiva tremenda.
Ahora la pregunta es: ¿que grado de intensidad buscaré en mis próximas amistades? Seguro que muy escasa. Sé de buena tinta que la vinculación y la complicidad, el compartir vivencias y experiencias, todo eso no puedo exigirlo a mis amistades. Es un caso perdido. Es por ello que me asusto a veces cuando veo que estoy perdiendo mi tremendamente intensa vertiente emocional, me la estoy deslavazando a golpe de decepciones. ¿Me estaré convirtiendo en un robot, en un ser desalmado? Sólo el tiempo lo dirá.
Espero vuestras aportaciones...