A Carlos como al resto de los mortales, todos los días desde que tenía uso de razón, muchas personas le habían echo la pregunta básica: Hola Carlos que tal estas ?
Todos parecían ponerse de acuerdo para preguntar lo mismo....
Desde que se levantaba para tomar el desayuno, pasando por el portero, luego sus compañeros de trabajo, y hasta el comerciante al que solía comprarles algunos víveres de vez en cuando.
La pregunta le parecía tonta, solo bastaba con verlo detenidamente para que la respuesta fuera obvia,
Pero lo más frustrante aún... era el echo de que por lo general quien preguntaba lo hacía de forma automática y jamás se detenía a escuchar la respuesta.
Así que Carlos pronto aprendió a decir la respuesta que mejor se ajustaba, ESTOY BIEN, DE MARAVILLAS. Siempre con una sonrisa enorme pero fingida.
El sabia que el ESTOY BIEN, no era la respuesta que mejor describía el vacío existencial que sentía,
Siempre había sido un chico tímido, sin embargo esto no fue impedimento para que terminara el colegio y posteriormente la universidad, con un titulo en finanzas.
Logró conseguir en el camino algunos amigos., no eran muchos... se podían contar con los dedos de una mano y sobraban dedos... pero eran leales y eso contaba.
Sin embargo desde hace 4 años había comenzado a experimentar una profunda tristeza, que se había vuelto progresiva con el tiempo.
Al principio sus amigos, se preocuparon al verlo tan alejado y meditabundo, pero con el pasar de los años .. Él podía ver como poco a poco se iban alejando uno a uno.
Preocupado Carlos por su situación decidió asistir a un psicólogo, siempre había pensado que los psicólogos y los psiquiatras eran para personas locas o con desordenes en comportamientos.
Recuerda la sensación que sintió al salir del primer consultorio al que visitó.,
Carlos iba con la receta en la mano, caminaba lentamente mientras pensaba como era posible que terminara tomando medicamentos para mejorar su estado de ánimo,