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me gustaría aprender un sin fin de cosas, leer, hacer, crear, y bien, aunque no lo haga con las personas que quiero, no significa que no lo pueda hacer y que no disfrute de ello. Extraño a mis amigos, es verdad, y las pláticas, las conversaciones agradables, cuando hacíamos las lluvias de ideas y eso, teníamos mentes tan poco comunes, y a la vez nos entendíamos completamente, no hacían falta tantas palabras, sólo las miradas. Hoy es distinto, la mayoría les falta por ser exprimidos, y son temerosos, temerosos de una sociedad que al parecer te quiere imponer en que debes pensar, no se dejan llevar por su creatividad sino por su aceptación, eso no me cuadra mucho, tengo que buscar, nadar entre todos hasta encontrar a ese valiente que me respalde y me tome de la mano en el viaje, difícil alguien que piense parecido, no igual.
También extraño mis viejos maestros, ellos nos torturaban tan dulcemente, nos retaban a saber más, a pensar más, a crear esa conciencia, esa forma de interpretar las cosas, y me hacían muy felices, les amo y les odio al mismo tiempo, tantas dificultades, tan benditas, tan buenas. Ahora todo es tan simple, tan cansado, no les gusta quemarse la cabeza, no apoyan el mensaje nuevo, sino que se enfocan en el que ya lleva años de escrito.
No me engrandecen, no me obligan a ser mejor, me hacen lucir como si fuera inteligente, y odio eso. Yo quiero verme novata, novata hasta las lágrimas, tener preocupación por si mi trabajo será suficiente y no con esta burda seguridad, con este insípido sabor de lo que ya sé, exíjame, por favor, trate de exprimirme, no me consumiré, daré todo, no me dejen así, por que soy una naranja con ganas de dar toda la pulpa.
No me entiendo en ese circulo, si bien son menores que yo, algunos son inteligentes, pero no tienen color, no tienen esa línea de madurez, o de desinterés por encajar, al contrario, quieren formar parte de un todo, un todo que lo único que hace es excluir a aquel diferente.
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