Acabo de llegar de la temida merienda-cena familiar, cumple de mi reprimito. Todo ha ido fenomenal... si exceptuamos la sudada inicial, resultado de estar jugando al "ah del castillo" entre las dos habitaciones de los chiquillos, con una "jauría" de tres niñitos de edades que van desde los 6 a los 10 años y una niña de 9 (¡angelitos!). Lo he pasado genial, como un niño más, con la gran ventaja de tener una fuerza de un treintañero (¡es genial hacer trampas!). Me sentía un poco Mr. Sloth, pero guay porque me respetaban, cosa que no ha sido siempre así. Me he quitado treinta años en el proceso...
Tras el cansancio del jolgorio inicial nos hemos calmado. El "cumpleañoso" me ha enseñado sus tortuguitas y su colección de coches. Hemos comido desde empanada a la simpar tortilla de patatas, pasando por "hamonsito" y lomo. Tarta de tiramisú y helado de café para redondear el evento.
Unas carreritas al NFS Most Wanted, un "Quieres ser millonario" en mi tableta y toda la chavalería atenta a la pantalla. Yo como el flautista de Hamelin, por unos instantes paz en la casa... y los padres encantados!!!
De verdad, una celebración familiar como Dios manda. Lo que lamento es que el chaval no llame a amiguitos para que le acompañen en un día tan señalado. ¡Espero que no siga los pasos de su "tío" que eso de aislarse no pinta nada bien!
|