¡Dios mío gracias! Puedo dar fe que aún en momentos de duda y angustia (por leves o pasajeras) he confiado en ti y he hallado respuesta. Así sea un asunto ligero, no es nada tonto, al contrario muy importante. De nada vale plata, trabajo, inteligencia, tanto de lo que quiero, me vale más la salud de quiénes quiero o aprecio, su integridad.