A Bimba le suben hormigas por el brazo día sí y día también. Le suben, le bajan, intentan encontrar la forma de introducirse en su sistema sanguíneo, tan visible a través de la piel, prometedor, brillante, que les huele que alimenta.
Echo de menos el chocolate de los Bollicaos de hace dos décadas. El de ahora no vale una mierda. Menos mal que las Tostarica no cambiarán nunca.
Cuando uno pasa el 40% de las horas diarias encerrado sin ventanas, que sea invierno no importa. La falta de luz afecta a la sintetización química intrapersonal siempre y se acumula. Se va acumulando. Se suma a la desconexión. A veces te llegan noticias. Oyes a los bomberos zumbar a través de una pared, pero a tu alrededor sigue sonando la música. Alguien habla de Gran Hermano. Ése es su mundo real. Te escondes y le pegas una patada a un ser inerte que no te la va a devolver y sales del escondrijo igual que entraste en él: hecho una mierda y consciente de que el mundo no te va a esperar y de que aún así, tienes que dar gracias a dios.
2015. Llegará.
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