Hola, vengo a sincerarme. El motivo por el que escribo este mensaje tiene dos vertientes: porque no acierto a escribir sin la esperanza, aunque ilusoria, de un hipotético lector, y porque me caéis bien.
La verdad es que llevo un buen tiempo bajo el yugo de la depresión. La verdad es que cuanto más deprimido estoy, menos lúcido me encuentro. ¿O era viceversa? Para quienes no estéis familiarizados con la patología, la depresión, llamada por muchos la plaga de nuestros días, es una enfermedad caracterizada por un trastorno del estado de ánimo, de suerte que este último sólo conoce un polo del par que más se evidencia en el espectro emocional humano: a saber, la tristeza. También se podría definir como melancolía, de hecho, melancolía era el término con que se registraba a la depresión en la Antigüedad. La analogía más inmediata se halla en el ámbito teológico: si la vida se compone de luces y sombras, de cielos e infiernos, la depresión vendría a ser algo así como un abismo permanente, inextricable, donde no hay cabida para fruslerías. Uno tiene ganas de llorar constantemente y la mente se amedrenta a tal grado que la calidad en la afluencia de pensamientos e ideas se corta de raíz. O más bien se diluye en el torrente químico de negatividad y tentativas de suicidio. El suicidio: el suicidio es una salida más que atrayente de este sinsentido. ¿He dicho sinsentido? No, pensándolo mejor, la depresión tiene todo el sentido del mundo. La melancolía es una estridencia que no conoce término ni remisión (al menos, para los depresivos crónicos como yo), que secuestra tu vida y la sustituye por una caricatura grotesca donde el afecto hacia tu círculo familiar o hacia tus amigos pierde la razón de ser, allí donde la inactividad cobra protagonismo, donde las raíces de la miseria hunden sus adictivas garras. Hay quien, en su inocencia, designa a la depresión como una adicción a los patrones de pensamientos negativos. Lo que esas personas no advierten es que no hay tal cosa como lo negativo o lo positivo, la gente buena y la gente mala, la bondad y la maldad, el Bien y el Mal; o, por lo menos, a mí no me consta que existan esas dicotomías. ¿Estoy errando en mis razonamientos? Olvidé agregar que la depresión, tarde o temprano, acaba conduciéndote a la incertidumbre, al nihilismo forzado y al relativismo moral. Dios, ya empieza de nuevo. Ahora que deducía que la medicación había comportado una mejoría, que al fin podría disfrutar de lo que me queda de vida y agradecer y ver películas y leer y jugar a videojuegos y pasármelo bien con mis amigos y sentirme infinito, ahora, estoy más jodido que nunca.
Cita:
Iniciado por Chesco18
Me piro a Benidorm este fin de semana. Espero animarme un poco.
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Que lo pases bien. Yo estaré por ahí en poco tiempo.