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Iniciado por Kobresia
(...) todo radica en cómo lidiar con ello, en si somos capaces de vetar nuestro inconsciente y tragar o relajarnos para no putear constantemente a los demás.
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El muro viene (y es el que más me cuesta demoler) cuando realmente te niegas a aceptar que el problema eres tú, es tuyo, entonces demonizas al otro, al
causante de todo ese sufrimiento y ser la víctima es facilísimo, muy doloroso (joder, eres un mártir) pero sin duda más sencillo que no dejarte llevar por todo lo que te viene, un maremagnum de sentimientos que te sobrepasan, que quieres expresar, exagerar, sufrir. Es... espantoso.
Por suerte me he topado con alguien que, pese a mi horrible comportamiento sigue queriéndome lo suficiente para no dejarme en la estacada, no puedo decir lo mismo de algunos anteriores, que en cuanto vieron una ínfima parte de mi extraña forma de querer ...adiós muy buenas. Y lo valoro más que a nada, porque sé que es difícil y seguramente de estar en su lugar no tendría ese temple.
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Iniciado por Kobresia
Ésto es aún más drástico en interrelaciones amorosas: cuando en el fondo quieres lo mejor para el otro pero no puedes controlarte, te precipitas en la inercia y tensas el hilo hasta lo grotesco e irreconciliable. Roces, paranoias, control enfermizo. El amor como forma de agresión.
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Lo más absurdo que me ocurre con esto es que una vez me "desahogo", quiero que me consuele y reconciliarme y que todo esté bien, y la otra persona no es de piedra, le has maltratado literalmente, le asustas, le desquicias, no puede ser, y si no es... mi frustración e impotencia crece hasta límites inimaginables porque lo percibo como rechazo y abandono.
Es un... te hago daño, dame un abrazo para consolarme (e implícitamente: porque te perdono, te he hecho daño por tu culpa, y los implícitos son importantísimos, pretendo que me lea la mente siempre y si no lo hace es porque es lo peor). Cuando uno se ve a sí mismo como alguien tan frágil en manos de otra persona se percibe eso con todo el sentido del mundo, siendo que para los demás no tiene ninguno.
Y luego de esto, después de pasarlo mal, saber con absoluta certeza que tengo que cambiar porque estoy al límite y no quiero resignarme a estar sola (en ese momento prefiero cualquier cosa a estar sola, me comprometo conmigo misma a lo que sea), que lo próximo será peor, que no puedo aguantar tanto, ni yo ni los que también tienen que soportarlo, que no puedo dejarme llevar por eso, que no hay más oportunidades, se me olvida todo porque ya estoy bien (otra es que una vez desahogada y consolada me sobreviene una estúpida euforia y felicidad, como saber que por muy terrible que sea mi comportamiento será perdonado) y parece que no hay ningún problema, empiezan las dudas hacia qué me pasa realmente. "No me pasa nada", "en realidad todo el mundo es así", "es normal discutir", "en realidad toda la culpa es suya porque no me quiere como tendría que hacerlo y no hace X bien, aquello también mal, y además un día dijo Y", etcétera. Y Dios, por más que se repita no se desvía en absoluto un centímetro si no es hacia abajo, es desesperante saber que contribuyo a todo ese déjà vu o día de la marmota de mierda.
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Iniciado por Kobresia
Es duro separarte de alguien a quien quieres y tener que remar de pronto en dirección opuesta. Saber que es todo culpa tuya. He llegado a pensar que la única solución sería aislarme hasta que la palme, pero mi instinto me induce a lo contrario. Y así, la vida.
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Absurdamente duro cuando la separación ni siquiera es algo concluyente, eso junto con los celos es lo que peor llevo, con estrategias de todo tipo y trampas para poder "salirme con la mía". Vivir así en continua maquinación mental por controlarlo todo y evitar el dolor (por cosas que ni siquiera "son"; te imaginas y exageras y te revuelcas sufriéndolas incluso antes de que ocurran) es muy desesperante.
Por suerte no me ocurre con cualquiera, creo que es porque no pongo expectativas en los demás, no me "abro" porque no me inspiran eso, supongo que también es malo producto de alguna porquería mental pero creo que siendo como soy es lo mejor que me puede ocurrir.
Aunque cuando socializo, incluso por Internet, sí se me va la perola bastante, por ejemplo cuando salía los fines de semana y todo eso, tenía una necesidad brutal de conocer gente de forma masiva, me volvía hipersociable, agradable con la gente (cosa que no soy en absoluto), finalmente no encontraba más que relaciones superficiales a los que saturaba como si fuésemos los mejores amigos actuando como no soy, o sea,
normal, y luego de la nada me agobiaba de jugar, los ignoraba completamente, los bloqueaba en todos los sitios.
También he llegado a asustar a la gente por no ceñirme a lo que sé que esperan para ponerlos entre la espalda y la pared, inseguros, y ver cómo reaccionaban o incitar a compartir ciertos comportamientos rozando lo delictivo que a mí me parecían divertidísimos (entre otras cosas que, para qué negarlo, sigo llevando dentro), luego me deprimía al ver que las cosas y los demás no eran como me gustarían, sensación de absurdo e irrealidad, y vuelta a encerrarme.
En fin, demasiadas cosas para compilar, que no suelo expresar porque (aparte de que tengo demasiados cambios de percepción) hay pocas personas así aquí como para que sean comprendidas o alguien se identifique un mínimo, lo único que he sacado a decir verdad es que me insulten gratuitamente, pst, cómo no voy a creer luego que lo menos común es estar cuerdo y que me juzgo duramente detrás de un objetivo utópico...