Mi sobrino no para de chillar, sentía desesperación contra él por sus chillidos hasta que mi hermana (su madre) le dijo "cállate, que los hombres no lloran" y me dieron ganas de ir a ella misma a aforrarle un puñetazo por la imbecilidad que ha salido de su pu-ta boca.
"Los hombres no lloran"... ¡¿Hasta cuándo van a seguir dándole a infantes ese tipo de educación y enseñanzas TAN estúpidas e imbéciles?!
A veces me dan ganas inclusive de mandar a las cámaras de gas a quienes enseñan a la nueva generación ese tipo de estupideces, luego me doy cuenta que caería en su misma actitud y se me pasa (las ganas de mandarles a las cámaras de gas, porque las de darles un puñetazo no).
PS 1: Parece que ya estoy mejor, he vuelto en toda mi esencia "echando bilis verdosa por la vida".
PS 2: En verdad, no... Aún no supero la vergüenza mayúscula del Domingo en la noche, que fue confirmada el Lunes (o surgió efecto ahí). No volveré a beber después de este papelón, de algo que me sirva el mismo. A veces los seres humanos necesitamos pasar por experiencias humillantes o tocar fondo para escarmentar, cambiar, madurar o dejar de cometer el mismo error.