Pensar que soy incapaz y tomarlo como un obstáculo dado, constante, a lo que hago, es lo que antes me ha funcionado como un motor bastante eficaz. He ahí, pues, un problema: dejé de recordármelo, de señalarlo a cada instante, y comencé a creer que acaso tenía algunas capacidades o, al menos, no un cantidad abrumadora de deficiencias. ¡Mentiras, maldita sea, puras mentiras! Cómo lamento haber cambiado. Aceptar lo que soy y "utilizarlo" en mi favor, es lo más sensato que puedo hacer dentro del universo de los posibles.
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