Esta Facultad no es más que un montón de utilitarios amañadamente doctrinarios que les excita posar de "críticos". ¿Puede haber algo más repugnante? Yo, por lo menos, me reconozco en
nada y niego
todo. ¡Y a ellos eso les asusta, desespera, les genera una ira estúpida e impotente! Por ello, no encuentran otra forma de defenderse más que en el atacarme (el
ad hominem es su tema preferido): «Es un conservador.» ¡Sea! Soy un
reaccionario, lo concedo (¿y admito?): ¡dejadme arrasar la existencia! Todo lo que esta representa no vale las lágrimas que ha provocado.
Una lástima que ya no vaya a ser: como un relámpago se me atravesó mostrar lo imbéciles que son, vendiendo sus "convicciones" cuando el Estado Mayor Central
lo exige. Rebaño de ridículos.
Aunque otorgo una duda: acaso puede ser que, como le decía Fiodor Pavlovitch a Aliocha Karamazov sobre su hermano Iván, yo pretendo estar más despierto, de algún modo, más
lúcido que ellos, pero sólo me limito a reír, como si eso acallara mis abismales defectos y deficiencias.
***
Sigo sin lograr recordar dónde demonios es que había leído algo que decía más o menos esto: "Los hombres, aún en contra de la evidencia y el ridículo, necesitan de
una verdad que les otorgue seguridad: sólo basta observar cómo, por una necesidad innata, se han valido de la idea de dios para sostener sus abominaciones." Sé, con seguridad, que es de Cioran, pero no he podido dar con ella; me he topado, más bien, con fragmentos que se parecen en forma pero no en el fondo, de modo que, cada vez más, pierdo la noción de las palabras exactas.