¿Es tu soledad refugio o castigo?
"Las personas vivimos la soledad de manera muy diferente. A algunos les encanta estar solos y otros no lo soportan ni siquiera un rato.
Hay tantas maneras de experimentarla como individuos hay sobre la tierra, pero creo que existen algunos rasgos en común que nos permiten dividir las vivencias de soledad en 2 grandes grupos: la soledad como castigo y la soledad como refugio.
La soledad como castigo
Muchas de las personas con las que me he cruzado en la práctica clínica y que decían sentirse solas sufrían también la sensación de que esta soledad era una especie de castigo, una condena que se les había impuesto por alguna debilidad o deficiencia personal y contra la que era inútil luchar. Así, vivían su soledad como un designio superior, como un inevitable destino fatal.
(...) sienten su soledad como una condena de destierro, como un castigo por ser como son. Se sienten indignos y avergonzados de sí mismos y por ello se inflingen, o cuando menos, aceptan el castigo de la soledad. Es como si se dijeran a sí mismos: Eres indigno, vete, ocúltate.". Sostienen ellos mismos esa pena que quizás en algún momento sufrieron o tan sólo imaginaron."
La soledad es, entonces, una manera de expiar la vergüenza que sentimos de ser quienes somos y una esperanza de recuperar, en un futuro, la dignidad.
La única reparación posible para la vergüenza - que es el origen de ese destierro que es la soledad-, es, justamente, el encuentro afectivo con el otro.
La soledad como refugio
Para otros, la soledad, lejos de ser un castigo, se constituye en un refugio. Un lugar seguro -incómodo y desagradable pero seguro- donde permanecer fuera del alcance de otros peligros mayores.
En este caso, la imagen que viene a mi mente (...) es la de una caverna oscura y fría, en la que uno se internara para escapar de algo que nos persigue. Preferirías sin duda estar caminando bajo los árboles, entre los rayos del sol, pero ¡ cuidado !, sabe Dios con qué podrías encontrarte. (...)¿a qué podríamos temerle tanto como para elegir refugiarnos en la caverna de la soledad? Evidentemente a amenazas provinientes de los otros: al rechazo y al abandono. "
Rechazar y ser rechazado
Tanto el rechazo como el abandono son experiencias dolorosas, no sirve de nada negarlo. El problema radica en creer que es posible tener la certeza de que no nos ocurrirán a nosotros. Esa certeza nadie la tiene.
Si yo creo posible tener vínculos con los otros sin tener que pasar por situaciones de rechazo, cuando me lleguen, porque seguro que lo harán, me enojaré o lo sentiré como una injusticia. O, por el contrario, pensaré que se debe a que algo anda mal conmigo. Lo cierto es que no es posible relacionarse e intimar sin correr el riesgo de pasar por las experiencias de ser rechazado, de rechazar, de ser abandonado o de abandonar. Es más, casi podríamos decir que no se trata de un riesgo sino de una certeza: alguien nos rechazará - al menos en algún aspecto o a la hora de compartir algo- y rechazaremos a alguien - aunque luego le aceptemos para otra cosa-. "
Demian Bucay, Médico y terapeuta gestáltico. Coordinador de talleres literarios terapéuticos.