Si nos ponemos metafísicos (un versión del consumo de lisérgicos para amantes de
La 2 de TVE ) podemos establecer teorías sobre el destino suficientes como para abarcar un simposio.
Desde un punto de vista racional, no es cuestión de la actuación del acaso ni de las hadas nuestra situación, se resume en una singladura vital donde, por desgracia o por fortuna (táchese lo que no proceda), nos hemos topado con circunstancias que han roto un natural proceso de desarrollo. Sólo puedo escribir sobre mi caso y el hecho cierto es que era un niño muy feliz hasta que sufrí el acoso en la escuela. Desde ese momento nunca volví a ser el mismo en mi relación con el exterior.
Por tanto, respondiendo a la pregunta, sí, estoy convencido que quien vive con la fobia social está destinado a no poder cambiar esa perspectiva. Lo cual, me gusta repetirlo, no significa una existencia desgraciada (o al menos, no más desgraciada que la de cualquier sujeto) si se saben aprovechar las propias fuerzas, se asume con naturalidad ese destino y uno no trata de imponerse metas inalcanzables
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