Ya es una costumbre encontrarme con mi hermano menor de 9 años mirando por la ventana; como buen fobico, anda alerta por si empieza una formación de nubes amenazadora, por si la sequía anda haciendo de las suyas consumiendo todo en llamas, o por si la fuerza aérea se levanto de mala gana y se desahoga bombardeando cuanto edificio encuentre; en fin, cualquier desvario que se haga (clase de desvarios que tuve yo también y quedaron atrás, pero es otro cuento). Sin embargo últimamente me lo topo observando como niños de su edad juegan y se divierten en el patio de enfrente, a veces como embobado, como si quisiera estar ahí, aunque de fútbol no sepa nada. En casa hay veces (muchas) que se le ve rondando de aquí para allá, antes motivado a los nervios cuando sentía que algo atentaba contra su vida, ahora se le suma la inapetencia de hacer algo, notándose sin ánimos y aburrido. A todas estas el sigue su plan de siempre: levantarse, colegio, casa, tarea, mas casa, dormir; sin apenas mostrar queja, dejándose llevar por la rutina y sus nervios. Y es triste.
Tengo a mi otro hermano de 17 años, diagnosticado con trastorno esquizoide, que si bien en apariencia no suscita desesperanza puesto que él es el primer despreocupado, no dejo de pensar en su futuro y cuan difícil lo tendrá. La sociedad ha sido mas o menos tolerante con su frialdad y apatía, pero dudo que las tengan claras cuando le toque vivir por su cuenta.
A diferencia de mi hermano menor, por lo menos tuve una buena niñez. Sobrellevaba mis temores acompañado de amistades con las que compartía y jugaba. Nunca llegue a quejarme.
Ahora en estos últimos años me he visto en una situación cada vez mas agobiante, mal acostumbrándome al encierro y encariñandome/odiando estas cuatro paredes, sintiéndome mas y mas inerte a medida que pasa el tiempo. Es gracioso cuando en ciertas noches como que surgiera una parte activa en mi y me digo: ¨Mañana si voy a hacer algo productivo con mi vida¨. Y adivinen que no pasa... pues eso.
Los tres compartimos estas cuatro paredes y, por lo menos para mi, esta llegando a un punto angustiante ver como este cuadro disfuncional se repite día tras día, sin ningún cambio ni progreso. Y como les dije, me da muchísima pena por mi hermano pequeño, es lo que me ha estado pegando estos días viendo como desperdicia su vida desde la niñez en soledad, y el recordarme lo poco que le sirvo de ayuda.
Mejor no me extiendo mas para que esto sea leible, que si me pongo a hablar de lo poco que ayuda nuestra madre, mi infortunado paso por la universidad, mi tentación/miedo al trabajo, la asfixiante situación de mi país y su repercusión en nosotros (Venezuela tenia que ser), no termino hoy.
Muchas gracias por leer este desahogo madrugador. Un saludo