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01-dic-2012
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La vida:
remar en galeras, como Ben Hur:
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................QUINTUS ARRIUS BEN HUR.................
-"¿Qué crees que te salvará?" ........................ -"El Dios de mis antepasados."
-"Tu Dios te ha abandonado.
No tiene más poder que
las imágenes que yo adoro.
Mis Dioses no me ayudarán.
Tu Dios no te ayudará."
-"Jamás
escaparás mientras estemos al poder.
Y si no, te hundirás
con este barco encadenado a tu remo" ................ -"No puedo creer que Dios me
haya dejado vivir tres años para morir
encadenado a un remo." .
-"Es tozuda y extraña tu fe.
Eso de creer que la existencia
tiene algún propósito.
Un HOMBRE CUERDO la habría
perdido hace tiempo."
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El diálogo anterior sirve perfectamente para introducir el tema del post. El pacto con el absurdo, con el sinsentido, para poder seguir adelante. En otro post se hablaba de las 10 razones para seguir viviendo.
Sin embargo yo cada día estoy más convencido que para seguir viviendo muchas veces la razón o las razones son un inconveniente, en vez de una ayuda.
El pacto con el absurdo es el sistema de mucha gente para soportar la existencia. Creer en dioses absurdos que te salvan a ti y no a otros. Creer en probabilidades remotísimas.
Primo Levi, que era ateo, estaba convencido de la utilidad de la fe en las situaciones extremas de los campos de exterminio. En ese sentido era más honesto que la mayoría de ateos que actualmente tratan de no reconocer las ventajas de pactar con el sinsentido. En uno de los párrafos más honestos y conmovedores escritos por un ateo, decía:
Cita:
Al igual que Améry, también yo he entrado en el Lager (campo de concentración) como no creyente, y como no creyente he sido liberado y he vivido hasta hoy; la experiencia del Lager, su iniquidad espantosa, más bien me ha confirmado en mi laicismo. Me ha impedido, y todavía me impide, concebir cualquier clase de providencia o de justicia trascendente: ¿por qué los moribundos en un vagón de ganado?, ¿por qué los niños en la cámara de gas? Debo admitir, sin embargo, haber sentido (y de nuevo una sola vez) la tentación de ceder, de buscar refugio en la oración. Sucedió en octubre de 1944, en el único momento en que me he dado cuenta lúcidamente de la inminencia de la muerte, cuando, desnudo y apretujado entre compañeros desnudos, con mi ficha personal en la mano, esperaba desfilar ante la«comisión» que debía decidir, con una ojeada, si iría enseguida a la cámara de gas o si, por el contrario, estaba lo suficientemente fuerte para seguir trabajando. Durante un instante, he sentido la necesidad de pedir ayuda y refugio. Después, a pesar de la angustia, se ha impuesto la ecuanimidad:no se cambian las reglas del juego al final de la partida ni cuando estás perdiendo. Una oración en aquellas circunstancias habría sido no sólo absurda (¿qué derechos podía reclamar?, ¿a quién?), si no también blasfemia, obscenidad, llena de la mayor impiedad de la que es capaz un no creyente. Dejé de lado aquella tentación: sabía que así, si sobrevivía, no tendría que avergonzarme.
No sólo en los momentos cruciales de las selecciones o de los bombardeos aéreos, sino también en el suplicio de la vida diaria, los creyentes vivían mejor: ambos, Améry y yo, lo hemos observado. No tenía ninguna importancia cuál fuese su credo religioso o político. Sacerdotes católicos o protestantes, rabinos de las distintas ortodoxias, sionistas militantes, marxistas ingenuos o maduros, testigos de Jehová, estaban unidos por la fuerza salvadora de su fe. Su universo era más vasto que el nuestro, más dilatado en el espacio y en el tiempo, sobre todo más comprensible: tenían una clave y un punto de apoyo, un mañana milenario por el que podía tener sentido sacrificarse, un lugar en el cielo o en la Tierra en el que la justicia o la misericordia habían vencido, o vencerían en un porvenir quizá lejano pero cierto: Moscú, la Jerusalén celeste o la terrenal. Su hambre era distinta de la nuestra; era un castigo divino, o una expiación, una ofrenda voluntaria o el fruto de la podredumbre capitalista. El dolor, en ellos o en torno de ellos, era descifrable, y por eso no bordeaba la desesperación. Nos miraban con conmiseración, a veces con desprecio; algunos de ellos, en los intervalos del trabajo, trataban de evangelizamos. ¿Pero cómo puedes tú, laico,fabricarte o aceptar en el momento una fe «oportuna» sólo porque es oportuna?
En los días fulgurantes y densos que siguieron inmediatamente a la liberación, en un miserable escenario de moribundos, de muertos, de viento infecto y de nieve corrompida, los rusos me mandaron al barbero para que me afeitase por primera vez en mi nueva vida de hombre libre. El barbero era un ex político, un obrero francés de la ceinture;
nos sentimos de repente hermanos y yo hice un comentario trivial sobre nuestra tan improbable salvación: éramos condenados a muerte liberados en la plataforma de la guillotina, ¿verdad? El me miró boquiabierto, y luego exclamó escandalizado: «¡Pero Joseph estaba allí!». ¿Joseph? Necesité unos momentos para entender que aludía a Stalin. El no, no había desesperado nunca: Stalin era su fortaleza, la Roca cantada en los Salmos.
La división entre cultos e incultos no coincidía completamente con la de creyentes y no creyentes, más bien la cortaba en ángulo recto y formaba cuatro cuadrantes bastante bien definidos:los cultos creyentes, los cultos laicos, los incultos creyentes y los incultos laicos. Cuatro islillas irregulares y coloreadas que se recortaban en el mar gris, inmenso, de semivivos que tal vez habían sido cultos o creyentes pero que ahora ya no se hacían preguntas y a los que habría sido inútil y cruel hacérselas.
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Entonces, ¿Qué tipo de absurdo distinto del absurdo religioso, el fanatismo político, las drogas o el suicidio le quedan al que no puede creer?
Yo creo que le queda un refugio en la figura del Quijote del sinsentido. La figura del héroe del absurdo, como Sísifo. Le queda un "síndrome de Estocolmo" con la realidad obscena en la que está encarcelado. Le queda el coraje y la rabia. Le queda una protesta, una queja, un grito, una lucha épica de la que puede ser protagonista y espectador.
Volviendo a Ben Hur:
"Tus ojos están llenos... de odio, 41.
Eso está bien. El odio te mantiene vivo.
Te da fuerzas.
Escuchadme, todos.
Todos estáis condenados.
Os mantenemos vivos
para servir en este barco.
Así que remad bien..
...y viviréis."
Efectivamente. Tanto o mas que su creencia en Dios, a Ben Hur le mantenía vivo el ánimo de revancha.
Algunas fuerzas en principio negativas como el miedo a la muerte transformado en dios, o la rabia, pueden impulsar a la lucha. El reto de la lucha épica del absurdo puede ser otro impulso. Como la rana que convirtió la leche en mantequilla nadando desesperadamente. Como Sísifo subiendo la piedra, convencido del poder de su determinación. Ser espectador complacido de su propio valor frente a una batalla perdida de antemano.
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Última edición por GARAITEZIN; 01-dic-2012 a las 21:31.
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01-dic-2012
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Muy lúcido y muy currado tu post. Pero hay que ser de una pasta especial para saber que mi vida es una batalla perdida de antemano y aún así conservar el valor y la fuerza para seguir luchando. A mi, para mi desgracia, tu conclusión no me sirve. Pero seguro que alguien leerá esto y notará algo de calor dentro su alma.
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01-dic-2012
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Cita:
Iniciado por Esabir
Muy lúcido y muy currado tu post. Pero hay que ser de una pasta especial para saber que mi vida es una batalla perdida de antemano y aún así conservar el valor y la fuerza para seguir luchando. A mi, para mi desgracia, tu conclusión no me sirve. Pero seguro que alguien leerá esto y notará algo de calor dentro su alma.
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Por el momento y en la práctica, hasta ahora has vencido. Da igual que pienses que has aguantado por un instinto básico de supervivencia o un miedo reprobable al suicidio. El caso es continuar molestando. Sumar años a la carrera. Por que sí. Por que todo parece indicar que lo elegante y adecuado sería suicidarse, retirarse voluntariamente y sin ruido de un mundo que rechaza el fracaso. Si estás de más en un mundo perfecto de triunfadores o de gente con un padrino en el otro mundo, razón de más (heroicamente absurda) para seguir incordiando con tu presencia. Al final serán borradas y olvidadas las humillaciones de los unos y los éxitos de los otros. Pero habrás ejercido tu derecho a dar la nota discordante y a no encajar hasta el final. Tu derecho a vivir.
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01-dic-2012
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Cita:
Iniciado por GARAITEZIN
Si estás de más en un mundo perfecto de triunfadores o de gente con un padrino en el otro mundo, razón de más (heroicamente absurda) para seguir incordiando con tu presencia.
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01-dic-2012
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Cita:
Voy de aspirante a debutante y no doy más
llegará mi oportunidad.
Paso un mal rato haciendo el pato y sin hablar
llegará mi oportunidad.
Y estoy aquí loco por incordiar, loco por incordiar.
Estoy aquí loco por incordiar, loco por incordiar.
Es importante que me plante sin jugar
llegará mi oportunidad.
Pongo un zapato sobre el plato y a escuchar
llegará mi oportunidad.
Y estoy aquí loco por incordiar, loco por incordiar.
Estoy aquí loco por incordiar, loco por incordiar.
Es fascinante por delante y por detrás
llegará mi oportunidad.
Pero es ingrato y tengo flato de esperar
llegará mi oportunidad.
Y estoy aquí loco por incordiar, loco por incordiar.
Estoy aquí loco por incordiar, loco por incordiar,
loco por incordiar, loco por incordiar.
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Grande Rosendo.......
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