Cita:
Iniciado por LOU SPIN
Coincido con ésto y lo que mencionó jipijay. Aquel niño que fuimos, de alguna manera sigue formando parte de nuestro ser, está integrado en algún lugar recóndito y arcano de nuestro psiquismo.
Aunque se suele asociar la infancia a la etapa de la felicidad y la alegría en el periplo existencial (si se tiene esa suerte, en mi caso así ocurrió), también es cierto que en esos años se atraviesan períodos de miedo, angustia y sufrimiento a los que el infante dispone de muy escasos recursos y herramientas para enfrentarse debido a su bisoñez.
Tal vez sería buena idea que ahora que somos adultos y disponemos de mayores recursos, mimemos y ofrezcamos el confort y la protección que ese niño no tuvo siempre a su entera disposición.
|
“Toda vida y toda infancia están llenas de frustraciones. Sin embargo, no es el sufrimiento causado por las frustraciones lo que produce las enfermedades psíquicas, sino «la prohibición de vivir y articular dicho sufrimiento», aquel dolor ante las frustraciones padecidas.”
“Como el adulto ya no es débil, puede ofrecer protección y atención a su niño interior para que éste pueda articularse a su manera y explicar su historia.”
Es curioso como también aparte del niño interior, tenemos a los padres interiorizados:
“Es preciso que nos desprendamos de los padres que tenemos interiorizados y que continúan destruyéndonos” (en el caso de que así sea)
“Lo que sí debemos terminar es la relación enfermiza con los padres interiorizados de la infancia, esa relación a la que llamamos amor, pero que no es amor y que está compuesta de distintos elementos como la gratitud, la compasión, las expectativas, las negaciones, las ilusiones, el miedo, la obediencia y el temor al castigo”
“El proceso de separación, el camino del niño a la edad adulta, se realiza en el interior de las personas” Alice Miller