La inmensa mayoría de la gente desconoce la polémica, ya cerrada (en falso) de la "antipsiquiatría". Supuestamente, la psiquiatría biológica ha demostrado que lo que antes llamaban (ojo al cambio semántico) "enfermedades" mentales y hoy solo "trastornos" son problemas del sistema nervioso. No es cierto. No está demostrado, ni mucho menos, que las personas que tienen algunos de los síntomas del pomposamente llamado DSMIV (manual de diagnóstico que usan psiquiatras y psicólogos clínicos) que los califican para obtener una de las etiquetas psiquiátricas, tengan esos comportamientos por problemas de receptores sinápticos, déficits de serotonina, etc. etc. etc.
La prueba de que no es así la tienen muy a mano. Lo que reflejan ciertos manuales de psicopatología son investigaciones que se han realizado en departamentos universitarios, centros de investigación, etc. pero no la praxis diaria. Una persona recibe cualquier diagnóstico SIN que se le haga ninguna de las supuestas pruebas que demostrarían su enfermedad nerviosa. Si usted sospecha que tiene diabetes, se le efectuarán unos análisis para conocer el nivel de azúcar en sangre, el funcionamiento de páncreas... Si a usted le diagnostican una enfermedad ("trastono", hoy en día) "mental", lo único que habrá serán palabras.
Antiguamente estaban registradas como enfermedades formas de vida y comportamiento que hoy no lo están. Especialmente la homosexualidad ha tenido un espectacular camino de ida y vuelta. En 1974 la borraron del manual de diagnóstico, no porque se descubriera nada, sino porque los psiquiatras norteamericanos lo votaron así.
¿Qué significa todo esto?
A efectos prácticos, que las etiquetas psiquiátricas son fácilmente intercambiables, y no objetivas. Estudios antropológicos demuestran que dependen del lugar y los hábitos de los profesionales, y también de la situación social y económica del paciente, de la forma en que ha llamado la atención del estamento médico, se les diagnostica como "bipolares" o "esquizofrénicos". Dirán ustedes "pero si son dos cosas absolutamente distintas, no tienen nada que ver". Tienen que ver en la arbitrariedad y el amplio margen que existe para valorar este tipo de cosas.