Es un romántico empedernido, un trovador contemporáneo, un Romeo de nuestro tiempo. Gusta de contemplar amaneceres en la playa y, al tiempo que estimula su pituitaria con el olor a salitre e incorpora yodo a su tiroides, se entrega a la redacción de versos sublimes que bosqueja por merced de lo virtuoso de su pluma (y lo de "pluma" no va con doble sentido). Definitivamente, yo de mayor quiero ser como él.
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