Otro día que se termina
Hora de acostarse, dejar la máscara de la felicidad en la mesilla y dormir esperando poder soñar.
Mañana tocará levantase una vez más, ponerse la máscara y salir a la calle.
¡Que vida de dicha está!
Mi único deseo en esta realidad de mierda es tener buenos y aliviadores sueños.
Son el agua fría bajando la garganta e hidratándome en medio de este desierto abrasador.
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