"Tendencia a la inactividad". Yo la interpreto, casi desde siempre, como un síntoma depresivo o, al menos, de que algo no marcha lo bien que debería. Como si la psique sana necesariamente se expresara mediante explosiones de energía, de vitalidad emprendedora, de predisposición constante a la acción. Y esta idea, según estoy viendo en mis introspecciones, me significa una importante fuente de tormento. ¿No será más que el imperativo sociocultural, otra vez taladrando mi libertad de ser individuo con sus enfermizos estándares? ¿No es evidente que el mensaje siempre trata sobre deificar la acción y demonizar la holgazanería? ¿Habré asimilado demasiado dócilmente el adoctrinamiento?
"Tendencia a la inactividad" me describe maravillosamente. El problema es que si aceptase la proposición de que está errado considerar esa tendencia como un síntoma de malestar psíquico, entraría en contradicción con todos mis deseos por hacer cosas que no hago y para las que no encuentro aun las fuerzas que me permitan hacerlas. ¿Pero y si estas son partes del mismo engaño? ¿El imperativo ordenándome accionar y yo acatando, convenciéndome de que sí quiero accionar y de que mi inactividad es claramente patológica?
Pero... ¿será "normal", es decir, "sano" el yacer en la inactividad para unas personas más que para otras? ¿Cómo saber si esos deseos de hacer son legítimos, y no un recurso engañoso de mi mente para dotar de coherencia al imperativo por hacer? Si quiero hacer y no hago, es porque estoy enfermo. Esto acarrea un gran peso: No es posible ser "feliz" (entiéndase: un grado básico de satisfacción vital) a la vez que se es consciente de estar enfermo. La enfermedad demanda sanación, y la sola noción de padecer la enfermedad es causa de turbación, de inquietud por la curación, de urgencia y ansiedad.
Creo que la verdad está en medias tintas. Sería tentador decir que no, que está bien ser inactivo cuando por propia experiencia y ante la menor reflexión sobre lo observable en la ajena es evidente que la apatía y la depresión están unidas, y por mecanismos nada oscuros ni extraños; todo lo contrario. (
https://youtu.be/0ln3qqt16pM?t=5m11s).
Pero por otra parte, nada bueno puede salir de la conducta autolesiva que se retroalimenta en círculos: Quiero hacer pero no hago; observo mi estado de miseria y mi ánimo decae, por lo que no dispongo de energías para hacer lo que quiero. Sigue siendo posible, además, que las expectativas sobre el propio nivel de actividad en estado saludable no se ajusten al verdadero nivel acorde a nuestra particular individualidad, debido a la distorsión del imperativo social: La importancia del autoconocimiento nunca es suficientemente reiterada.
Aquello se solucionaría con un embate de acción lo suficientemente fuerte para romper el equilibrio de la rueda, pero cuando lo que drena la energía de la voluntad es otra cosa más allá de la contemplación de las consecuencias de esa inactividad, se comprobará que cada embate de potente determinación hará efecto; pero sólo durante un tiempo hasta que el ímpetu decrezca progresivamente, y la rueda reubique su eje para volver nuevamente a su enfermiza rotación. Nada nuevo: Si no se arranca de raíz, la mala hierba vuelve a crecer.
Pero la dificultad radica no tanto en vislumbrar el camino que conduce a las soluciones, sino en encontrar la forma en que este interludio que divide la sana vida pasada de la sana vida postrera, es decir, la vida real y presente, el interludio probablemente devenido en postludio, sea lo más tolerable y grato posible.
No quiero torturarme a mí mismo con más cosas, dicho en una frase. La presión que tiendo a ejercer sobre mí alcanza proporciones que no me atrevo siquiera a dimensionar. Es por eso que leer a Houellebecq asumiendo tan impúdicamente su "fuerte tendencia a la inactividad" me supo una brisa fresca en la mejilla: Quizá si aceptara lo imperfecto de mi condición actual podría librarme de algo de esa nebulosa de fantasmas opresores que me rodean a cada instante. Quizá podría relajarme y entregarme a una razonable pasividad sin culpa ni reproches por no estar saltando de acción en acción ni procurando la mejor inversión para mi tiempo.
Y puede que también padezca de un humor inconvenientemente inestable. No tanto como ciclotímico, pero...