Cuando los caminos se te vuelven pequeños y solo vas en circulo, como si no existiera más que esperar que se pase la vida anhelando que llegue el día en que despierte sin miedo al minuto después que no ha llegado; sin la segura inseguridad de que no hay más que oscuridad e intolerancia del otro lado de la puerta, y puedas caminar libre y desnudo como lo hacen hasta los pequeños insectos. Respirando en la vida con la vida, siendo parte de una historia que no se repite. Pero sólo eres un goliat detrás de un ordenador. Lo de ayer fué de un modo, hoy ya es otro día. Otro día en que te planteas afrontar lo que alimenta la postergada espera de despertar como lo que en el fondo sabes que eres y que los demás se niegan a ver o a ayudarte a sacar...
Si fuera posible, volver al momento en que tomé la resolución de huir como un cobarde hacia el interior y allí plantarme a no ser más que a medias y a veces mucho menos de ello...Deambular en una soledad terrible de sostener, terrible de llevar de la mano. Con la mirada hundida en el piso en los autobuses, con la frente sudorosa y el cuerpo sospechoso en los bancos en que va a cambiar un simple cheque de cobros. Es una pesadilla. Y busco en mí aquel día en que alguien me hizo tropezar sobre mis propios pies o quebrantó mis pequeño espacio, matando todo aquello con lo que se nace. La inocencia, la sonrisa, la dulce mirada y el deseo de vivir el día a día. Muchas veces voy y me planto horas enteras frente al mar, sin pensar. Solo dejandome llevar por el horizonte donde el quiera, como el quiera. Jugueteando en mi mente con las olas del mar y viviendo la tranquilidad momentánea que me brinda este inmenso amigo...
Hasta el día de hoy no he buscado ayuda, ni me he sometido a ningún tratamiento de medicamentos. Temo buscar ayuda. Temo lo que me pueda hacer el medicamento y sin embargo creo que va siendo tiempo que deje de postergar mi vida y empiece a salir a tejer mis alas. Mi imaginación me ayuda mucho, siempre está despierta y voy de una cosa a otra. La mayoría de veces cosas de no tanta importancia. Porque el efrentar lo que realmente debo hacer me crea una angustia terrible y así voy en los días, perdiendo espacio, cargando culpas de una falta de voluntad y ese gran vacío de no tener a quien decir o hablar lo que en un momento me gustaría dejar salir para sentirme menos mal...
Se me facilita el escribir y el dibujar o pintar. Al menos invierto un buen tiempo en estos ritos, que hacen menos pesada mi vida. Me gustaría quitar de mi mente aquellos senderos que me quisieron salvar de malos momentos y que me hacen girar como una noria, volviendo una y otra vez sobre lo mismo sin alcanzar a trascender de esa frontera.
He leído en estos días un artículo que decía que el más fiel soldado que tenemos es nuestro inconsciente. Que siempre actúa con nobleza, así nos hagamos adictos a alcohol, drogas u otras cosas igualmente perjudiciales, que él lo que busca es siempre lo mejor para nosotros. Yo creo que es así, y pienso que talvez hay momento en que nuestro más fiel soldado necesita que nosotros le tomemos de la mano y le pongamos de pie con vista al horizonte. Acariciarle la cabellera y decirle que estaremos bien, que todo irá bien, pero que hay que sentarse nuevamente a plantear una estrategia inversamente proporcional a la que habíamos hecho. Que aquel plan no resulta, pues son solo buenas intenciones y nada más...
La vida puede enrumbarse por mejores senderos y podemos volver a disfrutar los amaneceres. eso creo. La vida no termina hasta que se acaba y creo que con mucho esfuerzo y buena gana, las cosas pueden ser diferente. Pero mientras tanto las cosas no estan a nuestro favor y un oscuro soldado de plomo hace de las suya en nuestro interior...
